Prólogo
Este es un relato histórico y sin ficción, basado principalmente en los diarios de quienes lo vivieron, de una extraordinaria y fascinante expedición digna de la mejor película de Hollywood, durante la época de la colonización y conquista del Oeste.
En 1863, mientras la Guerra de Secesión se centra en el este, buscadores encuentran considerables cantidades de oro al suroeste del entonces territorio de Montana, en los alrededores del pequeño pueblo de Virginia City. Sin embargo, llegar a aquél lugar era un viaje muy lento y difícil para el que los del este tenían que dar un largo rodeo por Utah para luego seguir el Bozeman Trail.
La pujante economía, los comerciantes y los aspirantes a buscadores demandaban rutas más rápidas.
Los habitantes de Iowa, entonces uno de los estados más cercanos antes de cruzar la frontera hacia el Oeste salvaje, proponen la creación de una ruta siguiendo el río Niobrara, partiendo de Sioux City, a través de los territorios de Nebraska y Wyoming, y uniéndose al Bozeman Trail ya cerca de las montañas Bighorn.
Los representantes del estado convencen al congreso para que financie la creación de esta carretera.
Sin embargo, la ruta propuesta atraviesa la cuenca del río Powder, unas tierras prometidas a los indios en un tratado, y además donde quedaban muchas de las más hostiles tribus de nativos americanos y que están librando cruentas batallas contra el ejército.
Para liderar la expedición es elegido James Alexander Sawyers [pulsa el 1 para ver nota]1, un hombre de cuarentaiún años natural de Tennessee y actual habitante de Sioux City, de 1,93 m de altura y cabello oscuro, experimentado exteniente coronel del ejército licenciado un año antes, que participó en la guerra con México y en la Guerra de Secesión.
Sawyers contrata a varias decenas de civiles (entre ellos su hermano Newell) y solicita al ejército una escolta militar de al menos doscientos hombres pero sólo le son concedidos ciento dieciocho de cuerpos de voluntarios y dos howitzers [pulsa el 2 para ver nota]2. Ante la insistencia, le proporcionan veinticinco hombres más de los llamados «yankees galvanizados» [pulsa el 3 para ver nota]3.
Los animales que les proporcionan también son motivo de queja, especialmente los bueyes, y todos afirman que muchos de ellos son demasiado jóvenes para un viaje de tal magnitud.
La escolta militar estaba al mando del capitán George W. Williford, de veintinueve años.
Sawyers adquiere todas las provisiones en Chicago, donde hay más abundancia de cualquier cosa, y después las traslada hasta Sioux City. Allí se encuentra con que la escolta militar, además de ser escasa, está mal equipada y no lleva provisiones suficientes, un problema que también hace saber a los mandos del ejército, y estos encargan a Williford que reaprovisione las tropas con lo faltante. Este hecho tendrá una relevancia determinante en el transcurso del viaje.
Todos estaban de acuerdo en que la escolta militar era insuficiente y unos cuantos abandonarán la expedición antes de empezarla por este motivo, sin embargo, paralelamente a eso, Sawyers y Williford tuvieron diferencias desde el principio y, más adelante, hasta se perderán el respeto, lo que irá generando un conflicto que explotará en uno de los peores momentos.
A estos grandes convoyes de carromatos, en la época de la colonización del Oeste les solían llamar trains (trenes).
A Sawyers, a pesar de ser ahora un civil, se suelen referir a él como coronel y, como devoto presbiteriano, planifica los domingos como día de descanso para la expedición y dedicarlo él al sabbat.
Acerca de las tribus indias que aparecerán en esta historia, el idioma arapaho es similar al cheyene y, además de luchar a menudo juntos contra los blancos, los arapaho del norte terminaron uniéndose a los cheyenes y actualmente viven en la reserva de Wind River, en Wyoming, muy cercana a los lugares habituales de los relatos del Mundo Kaplan y algunas veces mencionada en ellos.
Realmente, a través de los diarios personales de integrantes de esta expedición, se puede leer que habitualmente se refieren a los indios como pieles rojas (redskins o red skins) y la mayoría los considera despreciables salvajes, sin embargo Sawyers nunca ser refiere a ellos en términos despectivos ni muestra ningún tipo de desprecio racial en su diario, de hecho, su talante receptivo hacia ellos también será motivo para uno de los peores conflictos dentro de la expedición.
La investigación histórica sobre esta expedición es pequeña y muy escasa, inmerecidamente a mi parecer. Además de otra bibliografía que puedes ver al final del relato, el día a día de la expedición se basa en los diarios del propio Sawyers, de Corwin M. Lee (un civil), del soldado John Colby Griggs (un yankee galvanizado), y en un relato parcial de otro de los civiles, Albert Murillo Holman.
Composición
La composición de la expedición el día de la partida era esta:
- Por parte de Sawyers: 53 civiles con 15 carromatos, con 3 yuntas de bueyes cada uno, además de 5 caballos y 5 mulas.
- Convoy privado (carromatos fletados por empresas privadas): 18 carromatos dobles (carromatos individuales pero enganchados el uno al otro), tirados por 6 yuntas de bueyes cada uno.
- Emigrantes (nombre que daban a los colonos o pioneros): 5 carromatos con 3 yuntas de bueyes cada uno.
- Escolta militar: 143 hombres con 25 carromatos tirados por 6 mulas cada uno, y con dos howitzers.
- Una indeterminada cantidad de animales para alimento.
El convoy, según dicen los integrantes, tenía un largo de alrededor de una milla. En las regiones donde no esperaban peligros no siempre iban juntos; a veces, las secciones más lentas quedaban atrás, reuniéndose al final de la jornada para acampar.
Un grupo de guías siempre iba más avanzado, reconociendo el terreno, y también había un grupo de exploradores que salían cuando era necesario.
Ben F. Estes era el jefe guía y el indio mestizo Baptiste Defond era el jefe de exploradores y quien trazaba las rutas.
El doctor D. W. Tingley, un científico contratado por Sawyers, encontrará numerosos y valiosos restos fósiles durante buena parte del recorrido.
Los tramos que recorrerán diariamente irán desde apenas unas cuatro millas los días más complicados, hasta unas diecinueve en los más rápidos.
La expedición comienza
El 13 de junio de 1865, a las dos de la tarde, la expedición parte del pequeño pueblo de Niobrara, donde el río del mismo nombre desemboca en el Misuri.
Durante gran parte de la primera mitad del recorrido, la expedición atraviesa las exuberantes praderas del norte de Nebraska, de las que tanto Sawyers como otros integrantes destacan en sus diarios por su gran belleza, y sus rolling hills, suaves colinas redondeadas. Es además una region con buen pasto para los animales, con cursos de agua y leña fácil de encontrar para el campamento.
El calor es habitualmente muy intenso y algunos días alcanzan temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, lo que causará que tanto hombres como animales sufran golpes de calor, pero también es habitual que caigan cortos pero fuertes aguaceros, esporádicamente incluso con granizo, tras los que vuelve a salir el sol. Esas tormentas a veces pueden llegar a durar hasta tres horas y en las zonas de terreno arenoso, algo también habitual, se forman espesos barrizales que dificultan el avance de los carromatos.
El convoy es tan largo y pesado que los ríos de más caudal pueden tardar incluso hasta tres horas en vadearlos. La expedición es una empresa ardua que requiere de mucho trabajo por parte de sus integrantes, y que agradecerán tener los domingos de descanso. Construyen pequeños puentes y, con su paso, sientan la base de una futura carretera.
El 16 de junio, sólo tres días después de salir, dos soldados desertan y no consiguen capturarlos.
En estos primeros días, grupos de indios ponca, una tribu no hostil, se acercan a comerciar con la expedición y a veces los acompañan durante unas millas.
Ya en la primera semana comienzan a correr rumores de que podría haber indios hostiles en los alrededores, aunque no hay confirmación. Corwin M. Lee escribe en su diario que muchos integrantes podrían estar siendo víctimas del miedo. A pesar de eso, el 20 de Junio es el primer día en que un guía confirma haber visto un grupo de seis u ocho indios que podrían ser hostiles.
Aunque hace mucho calor, algunas noches son muy frías.
El 26 de junio, Williford, el capitán al mando de la escolta militar, amenaza a una familia de emigrantes con abandonarlos en la pradera si no le dan mantequilla para el desayuno. La familia le asegura que no tiene pero el capitán les replica de malos modos que si les encuentra algo de mantequilla en el carromato, será para él. Corwin Lee opina que Williford parece estar borracho.
Durante la segunda y la tercera semana, aún siguiendo el curso del Niobrara, encuentran esporádicamente rastros y evidencias de recientes campamentos indios que indican que están compuestos por varios centenares.
El día 2 de julio, con temperaturas por encima de los 40 grados, comienzan a sufrir una crítica escasez de agua que afecta a hombres y a animales. En estas situaciones los exploradores avanzan en busca de cursos de agua, llegando a separarse varias millas del convoy y dividiéndose entre ellos en caso de ser necesario, quedando muchas veces los exploradores solos.
El día 3, tras una pelea nocturna en el campamento, dos militares son degradados por emborracharse. En estos días, debido a los rastros encontrados recientemente, el miedo a los ataques indios empieza a intensificarse entre los expedicionarios, especialmente entre guías y exploradores,
En esta primera semana de Julio, aunque a veces se separan unas millas, todavía siguen el curso del Niobrara.
Sawyers refiere en estos días en su diario al menos un par de ocasiones en las que el grupo militar que es enviado a escoltar a un explorador, algo que suelen hacer cuando perciben que puede haber peligro, estos regresan poco después al campamento dejando al explorador solo.
Primeros encuentros con tribus hostiles
El 9 de julio, los exploradores por delante del convoy se topan por primera vez con un pequeño grupo de indios a poca distancia e intentan comunicarse con ellos pero estos simplemente les ignoran y se marchan.
El día 12, Ben Estes, el jefe guía, está unas pocas millas por delante de la expedición. En una colina arbolada se encuentra dos caballos sin jinete y, al momento, aparecen dos indios a pie. Se produce una pequeña escaramuza e intercambian disparos. Los caballos huyen en dirección al convoy y poco después los indios a pie huyen también. Inmediatamente aparece un grupo de indios a caballo, Estes huye y se produce una intensa persecución hasta que alcanza a un grupo de caza de la expedición y los indios se retiran. Los caballos huidos de los indios son retenidos y añadidos al convoy.
Un poco después, todos pueden ver al grupo de indios en una colina lejana mirando el convoy, con dos de ellos a pie. No hubo bajas ni heridos en ninguno de los dos bandos.
El 13 de julio divisan por primera vez las Colinas Negras, a unas diez millas en dirección nor-noroeste.
El día 14 los exploradores se topan con un pequeño grupo de indios pero estos también les ignoran y se marchan.
En estos días están atravesando una región de colinas empinadas y ríos con altos barrancos impracticables para el convoy por lo que continuamente deben de buscar rutas alternativas.
El día 15, el explorador Baptiste Defond se encuentra con un grupo de seis indios cerca del convoy e intenta comunicarse con ellos pero estos, una vez más, le ignoran y se marchan.
En estas fechas comienzan a seguir un afluente seco del río Cheyenne hasta llegar a las estériles tierras que encontrarán entre el noroeste de Nebraska y el oeste de Wyoming; tierras baldías (badlands) en las que será difícil encontrar cursos de agua, pasto y leña.
El 18 de julio vuelven a sufrir una crítica escasez de agua.
El 19, tras un día especialmente intenso de empujar las carretas por terrenos embarrados tras un fuerte aguacero que dejó a todo el mundo calado de agua, y con temperaturas muy frías al atardecer, se reparten melocotones y algo de alcohol entre la expedición, formando una especie de fiesta en la que muchos acabarán borrachos pero sin más incidencia.
Durante estos días dejan atrás el territorio de Nebraska para entrar en el de Wyoming (probablemente hayan pisado brevemente el territorio de Dakota del Sur, también).
El 20 de julio, aún siguiendo el afluente seco del Cheyenne, Williford anuncia a Sawyers que enviará un destacamento de quince hombres liderado por el teniente Daniel M. Dana hacia Fort Laramie, a unas setentaicinco millas, en busca de provisiones, especialmente ropa. Esto enfada a Sawyers, que achaca esa necesidad a la mala gestión de Williford a la hora de aprovisionar la expedición, sin embargo proporciona al destacamento un carromato de los suyos, que son más ligeros y maniobrables que los militares.
El 21 parte el destacamento de Dana y la expedición comienza a hacer recorridos más cortos para facilitar ser encontrados al regreso.
Al mismo tiempo que la expedición de Sawyers, el ejército está llevando a cabo la expedición del río Powder en su guerra contra las tribus hostiles, al mando del general de brigada Patrick E. Connor, algo desconocido para los de Sawyers pero que tendrá consecuencias directas para ellos.
El 22 de julio vuelven a correr rumores sobre la presencia de indios hostiles en los alrededores y crece la tensión. Los exploradores vuelven a encontrar rastros de ellos.
El domingo 23, de descanso, sufren una de las peores tormentas, con viento y granizo, de toda la expedición, perdiendo la cubierta de algunos carromatos y dejando algún herido leve por enseres que salen volando, aunque la tormenta es de poco más de diez minutos de duración. Un buen número de animales huyen en estampida y deberán de ser después recuperados. Cuando termina, el suelo está cubierto por unos ocho centímetros de granizo.
El 25 de julio se vuelve a repetir una tormenta similar a la del día 23. También ese día encuentran el primer rastro de bisontes al toparse con los restos de uno abatido por los indios. No ven a ninguno de ellos desde el pasado día 15 pero aun así, saben que están entrando en el territorio más poblado por tribus hostiles.
El 2 de agosto, de madrugada, toda la expedición se sobresalta con el grito de «¡indios, indios!» y una sucesión de disparos. Instantes después, entre el desconcierto, descubren que es en realidad el destacamento del teniente Dana, que regresa, e intentó gastar una broma a las posiciones de guardia haciéndose pasar por indios. Varias balas sisearon por encima de las cabezas del destacamento y estos tuvieron que gritar para que dejaran de dispararles. A la mañana siguiente, aunque muchos no conseguían verle la gracia a la broma, otros la celebran riendo y rememorando lo ocurrido con los recién llegados.
El destacamento vuelve sin las provisiones. De regreso, tuvieron que dejarlo a medio camino por orden miliar de que fuera enviado a las tropas de Connor, de camino al Powder, hecho que enfada a Sawyers. Por este incidente se entera de la expedición militar de Connor en el Powder y de que las hostilidades con los indios se están incrementando.
En un principio a Sawyers la noticia no le parece demasiado importante, ya que ellos se dirigen al Powder por el norte de Pumpkin Buttes y Connor va siguiendo el Bozeman Trail.
La información que da el teniente Dana a Sawyers es poco precisa sobre los movimientos de Connor pero no es malintencionadamente si no por desconocimiento. En realidad las tropas de Connor iban en tres columnas por tres lugares diferentes en dirección norte, e iban a pasar muy cerca de la expedición [pulsa el 4 para ver nota]4.
Ese mismo día vuelven a encontrar rastros de unos veinte indios aunque son de hace varios días. Sin embargo, les preocupa ver que iban a todo galope y que uno de los caballos estaba herrado, por lo que probablemente haya sido robado, ya que los indios no hierran a sus caballos.
La expedición está ahora al oeste-suroeste de las Colinas Negras, por donde hoy se ubica el Thunder Basin National Grassland. En estos días atraviesan una zona de colinas empinadas que se hacen difíciles para el convoy.
El día 2 de agosto, un pequeño destacamento es enviado en busca del carromato dejado por Dana con intención de recuperar algunos de los pertrechos que van camino de Connor y que se hacen muy necesarios para los militares. La expedición vuelve a moverse lentamente en espera de su regreso.
Tierras fértiles se intercalan con tierras baldías y el paisaje comienza a ser más rocoso, por donde las carretas se mueven mejor pero donde no abunda el pasto, la leña ni el agua. Algunos ríos están al fondo de barrancos inalcanzables para el convoy.
El 4 de agosto divisan las primeras grandes manadas de bisontes.
El día 8, un grupo expedicionario entre los que se encuentra el propio Lee, autor de uno de los diarios, siguiendo una humareda, encuentran una sima con un gran fuego subterráneo provocado por enormes reservas de gas y mineral, suponen que carbón.
El 9 de agosto, al norte de Pumpkin Buttes, acampan junto al cauce seco del arroyo Caballo [pulsa el 5 para ver nota]5, pocas millas al sur de donde hoy está Gillette (Wyoming). El destacamento enviado en busca del carromato regresa sin haberlo encontrado.
Desde lo alto de las colinas ya pueden divisar las montañas Bighorn, y que en los próximos días verán que tiene las cumbres nevadas.
Ese mismo día encuentran una tumba india que varios expedicionarios profanan, algo que indigna al explorador Baptiste Defond.
En estos días la falta de agua vuelve a ser crítica y comienza a pasar factura en todos los sentidos. Se producen quejas y discusiones y muchos culpan a Sawyers. Este, por primera y única vez, reacciona con ira verbal. Resumidamente este conflicto consiste en que muchos se quejan de que cuando cruzaron recientemente dos cursos de agua, el convoy no se detuvo a abrevar. Algunos dicen que Sawyers no lo permitió pero otros concretan que en realidad fueron los wagonmasters (lideres de cada sección del convoy). Sawyers responde despreciativamente que quien no se detuvo a abrevar cuando pudo, es culpa suya.
En este caso, más que buscar culpables, lo que parece es que todos están siendo víctimas del estrés acumulado por las grandes dificultades de los últimos días, en medio de un territorio lleno de tribus hostiles y con la extrema falta de agua pasando factura. Algo que sí es notorio en los diarios es que hay un sector cada vez más numeroso entre los que se encuentra el propio Lee, que está empezando a estar en contra de Sawyers y de sus hombres de confianza.
El 11 de agosto encuentran unos yacimientos de gran riqueza mineral, con enormes cantidades de carbón bituminoso de los que Sawyers afirma que parecen casi inagotables.
Ese mismo día, un guía descubre a no mucha distancia un gran campamento indio al que no puede acercarse sin comprometer su seguridad pero alcanza a ver al menos unos doscientos caballos y escucha sonar sus tambores.
Siguen con una grave escasez de agua.
El día 12, un grupo de exploradores entre los que se encuentra el propio Sawyers encuentran el río Powder a unas quince millas de la expedición pero con tierras muy pantanosas, impracticables para el convoy. Aún así, llevan el ganado para abrevar.
Ese mismo día, muy cerca, observan grandes columnas de humo que suponen de los indios.
Sawyers decide que la expedición dé la vuelta para regresar al arroyo Caballo y luego rodear Pumpkin Buttes por el lado sur en busca de una zona practicable para vadear el Powder.
La batalla de Bonepile Creek
13 de agosto. Más de treinta grados y una crítica escasez de agua. Al mediodía, los carreteros Nathaniel Hedges y Albert Holman (el autor de uno de los diarios), ambos de diecinueve años y pertenecientes al convoy privado, se adelantan unas pocas millas en una expedición en busca de agua. Se separan y Hedges encuentra agua en una sección del arroyo Bonepile [pulsa el 6 para ver nota]6. Mientras abreva el caballo, un grupo de guerreros cheyenes lo atacan por sorpresa. Cuando Holman lo encuentra, tiene siete flechas en el pecho, un agujero de bala en la mejilla y varios más en el cuerpo, y le arrancaron la cabellera dejándole buena parte del cráneo al descubierto.
Holman vuelve con la noticia y veinte voluntarios, quizá incluyendo a Sawyers, salen en su busca y traen el cadáver de vuelta.
Al mismo tiempo, hay otros dos exploradores a unas cinco millas también buscando agua.
Un poco más tarde y también sorpresivamente, un grupo de cheyenes se lanza a toda velocidad contra los animales que acompañan al convoy y consiguen llevarse siete u ocho caballos de la caballería. Los miembros de la expedición contraatacan y consiguen herir a uno de los cheyenes.
El convoy se apresura en dirección al arroyo Caballo. Durante el recorrido, grupos de indios los asedian esporádicamente lanzándose contra los animales y los pueden ver en un número considerable, rodeándolos. Sin embargo, antes de llegar al Caballo, aún cerca del cauce seco del mismo Bonepile, les alcanza la noche y deben acampar y tomar posiciones defensivas. En esta situación forman lo que llaman corral en una posición elevada de la llanura, que consiste en colocar todas las carretas formando un círculo defensivo, con todos los hombres y animales dentro, y crean posiciones defensivas en el exterior, en puntos estratégicos como pueden ser colinas o pequeñas elevaciones del terreno. En este caso cavaron algunas trincheras de las que aún hoy en día se distingue su ubicación. Nadie podrá dormir esta noche.
El mismo día 13, al margen de la expedición, un grupo de exploradores pawnee de Connor, al mando de Frank J. North, se topa con un grupo de cheyenes cerca de las montañas Bighorn, en el arroyo Crazy Woman [pulsa el 7 para ver nota]7 y se produce una escaramuza en la que matan al caballo de North y algunos cheyenes son abatidos. Los pawnee comienzan a seguir a los cheyenes por el curso del arroyo, hecho que más tarde tendrá consecuencias directas para la expedición de Sawyers.
Al amanecer del 14 de agosto, con un improvisado ataúd hecho con madera de las carretas, entierran a Hedges en el centro del corral, en una tumba sin nombre y oculta para que los indios no la puedan encontrar. También refuerzan los puestos defensivos. Vuelve a ser un día muy caluroso y seco.
No mucho después del entierro, un grupo de algo más de una docena de cheyenes se acerca sigilosamente al puesto defensivo custodiado por el soldado Ulrick Jarvis. Este los detecta y sale disparado colina abajo como alma que lleva el diablo y con los cheyenes pisándole los talones «a la velocidad del viento». Jarvis realiza dos disparos para alertar a la expedición, que contraataca y hace huir a los cheyenes, llegando el soldado a salvo al corral y habiendo perdido nada más que su sombrero.
Un grupo de indios aprovecha para lanzarse sobre el ganado pero son repelidos por los howitzers y los disparos de la expedición.
Un poco más tarde, mientras un soldado a cargo de otro puesto defensivo se acerca al campamento a buscar agua, tres cheyenes que estaban al acecho cruzan la línea defensiva y consiguen desatar a dos caballos del grupo de emigrantes. La expedición contraataca y dos de los indios consiguen huir pero al tercero lo matan de un disparo.
Los otros dos exploradores que habían salido el día anterior a buscar agua al mismo tiempo que Hedges y Holman, y que aún están a unas pocas millas de la expedición, son atacados sorpresivamente por un grupo de unos veinte cheyenes. Los exploradores son capaces de repeler el primer ataque pero, conscientes de que están en notoria desventaja, se baten en una rápida e intensa retirada, con los cheyenes pisándoles los talones a toda velocidad. Cuando los indios ya están casi sobre ellos, muy inteligentemente, en una colina ya a la vista del campamento, toman posiciones defensivas y repelen el ataque hasta que los hombres de la expedición acuden al rescate exitosamente.
Poco después de esto hay centenares de indios rodeando la expedición en todas las colinas a la vista.
A lo largo del día se producen diversos ataques de pequeños grupos principalmente con intención de ahuyentar el ganado pero son repelidos eficazmente. Durante todo ese día los cheyenes perdieron a diez hombres por ninguno de los de Sawyers.
Al amanecer del 15 de agosto sólo se ven unos pocos indios en las colinas de los alrededores sin embargo, en poco tiempo y progresivamente, entre quinientos y seiscientos indios ya están rodeando la expedición y comienzan los ataques. Tras una primera y ligeramente tímida embestida la expedición tuvo tiempo de reforzar las posiciones defensivas y recolocar los howitzers para intentar resistir ante tal superioridad numérica.
Los ataques se intensifican.
El soldado Griggs escribe que muchos guerreros pasan muy cerca a todo galope, profiriendo salvajes gritos de guerra y blandiendo cabelleras. Lee escribe que pasan a tal velocidad que es muy difícil acertarles. Él mismo es testigo directo de cómo algunos grupos, con la cobertura de pequeños montículos se acercan hábilmente agachados o tumbados con intención de neutralizar los howitzers. Cuando están suficientemente cerca se levantan y se lanzan corriendo con ímpetu, profiriendo gritos de guerra, algunas veces gritan en inglés profiriendo los mismos insultos que los expedicionarios dicen sobre ellos, como cobardes y asesinos. Estos ataques son repelidos pero muchas veces consiguen llegar hasta muy cerca de los cañones. Lee afirma que la puntería de los indios es mala.
La expedición se defiende con eficacia durante todo el día y, al atardecer, tras un tiempo de calma y sin ataques, se da la orden de cesar el fuego mientras no se acerquen. En ese momento de calma, los indios y mestizos guías de la expedición intentan comunicarse dando voces con los atacantes. Les preguntan por qué les atacan si ellos no están ahí para luchar.
De entre los cheyenes, la voz de un hombre mayor responde que ellos tampoco quieren pelear y que quien mató a su hombre (Hedges), no fueron ellos si no un grupo de arapahos.
Ambos bandos acuerdan acercarse para negociar. Sawyers y los guías indios salen del corral y se acercan caminando, al mismo tiempo que tres de los cheyenes hacen su mitad de la distancia.
El intérprete de los indios es un hombre llamado George Bent, mestizo de padre blanco y madre cheyene, testigo de varias de las más encarnizadas batallas entre el ejército y los indios, además de ser un superviviente de la Masacre de Sand Creek, ocurrida menos de un año antes.
Uno de los jefes se encapricha con el sombrero de Sawyers y le ofrece a cambio un nuevo y flamante sombrero de felpa, y hacen el intercambio.
Los cheyenes ofrecen un paso seguro a la expedición a cambio de un carromato con provisiones. Sawyers acepta y ambos grupos vuelven a sus respectivos bandos.
Sawyers comenta que son principalmente cheyenes pero también hay sioux. Ordena comenzar a preparar el carromato, sin embargo, este acuerdo tensa aún más las relaciones entre Sawyers y Williford, ya que los militares ven con muy malos ojos pagar a los indios a cambio de que les dejen pasar. A algunos civiles también les desagrada la idea.
Tras el acuerdo, los líderes de ambos bandos permiten que los hombres comercien entre ellos. Los indios buscan tabaco y los de la expedición, especialmente los militares que ya van casi descalzos, buscan mocasines. Estos intercambios se alargan durante al menos una hora en un encuentro amistoso y cordial según muchos, aunque con desconfianza entre otros, principalmente los soldados.
Lee y algunos otros entablan una cordial conversación con un choctaw que habla bien el inglés, y les comenta que conocen todos y cada uno de los movimientos de la expedición del último mes. También les advierte de que deben de tener cuidado ya que hay grupos, incluso entre los suyos, que no hacen caso a los jefes y no tienen la menor intención de negociar nada, si no de luchar. También les dice que pensaban que formaban parte de las tropas de Connor y que estaban ahí para acabar con ellos.
Aproximadamente una hora después de iniciar este encuentro, en una colina separada de donde están la mayoría, entre un grupo de indios a caballo, de repente suena un disparo, al momento espolean furiosamente a sus caballos, gritando, y se apresuran a ponerse a cubierto tras la colina. Nadie sabe qué está pasando y reina la confusión. Inmediatamente todos comienzan a correr a toda velocidad hacia el corral de carromatos al mismo tiempo que los indios también se retiran sin nadie saber todavía qué acaba de ocurrir. No hay ningún otro disparo.
Ya en el corral, mirando con catalejos, parece haber un hombre tirado en el suelo en la colina pero nadie es capaz de distinguir con claridad.
Los indios a caballo van y vuelven y rodean el cuerpo a toda prisa fijándose en él. En ese momento los soldados anuncian que les faltan dos hombres, Anthony Nelson y John Rouse. Alguien afirma que vio a Nelson comerciando con los indios a caballo y que empezaron una fuerte discusión antes del disparo.
Unos cincuenta o sesenta hombres salen del corral caminando en dirección a la colina para confirmar si es alguno de los dos, mientras lo indios a caballo se retiran y desaparecen de la vista. Al llegar, confirman que es el cuerpo de Nelson. Tiene un disparo en la espalda, dos flechas y una lanza clavada en el pecho.
De regreso al corral, varios soldados aseguran que Rouse, con toda probabilidad, haya desertado uniéndose a los indios. Es mexicano y en la reunión con ellos, varios afirman que reconoció a antiguos conocidos o parientes lejanos y estaba emocionado por ese encuentro. Nunca se supo nada más de él.
Sawyers decide que deben de intentar salir de ahí.
Lanzan una tanda de obuses con los howitzers y matan a algunos de los caballos de los indios. Vuelven a lanzar otra tanda y los indios se retiran, lo que aprovecha la expedición para partir hacia el arroyo Caballo, que ya está cerca.
Durante el camino los indios asedian intentando robar ganado pero no se producen disparos. Al final del día acampan ya en los alrededores del arroyo, en una sección con agua.
Al día siguiente, el 16 de agosto, todos los oficiales de la escolta excepto el teniente Marshall claman por abandonar la expedición y volver a Fort Laramie. Este día, Sawyers califica en su diario a Williford como un pusilánime. Williford diría más tarde de Sawyers que es un incompetente.
Los militares tienen serias carencias de ropa, especialmente calzado, ya que muchos de los soldados van a pie, y amenazan con confiscar el calzado de los carromatos civiles.
Entre el 16 y el 19 de agosto la expedición está acorralada por los cheyenes en el arroyo Caballo. Los indios hacen esporádicas incursiones, noche y día, con intención de robar ganado pero sin producirse disparos, sin embargo, saben que están rodeados por centenares de ellos.
Sawyers escribe que esos días los militares hacen poco o nada por proteger el campamento.
El 16 de agosto, al mismo tiempo que la expedición llegaba al Caballo, los exploradores pawnee de Connor al mando de Frank North alcanzaban a los cheyenes que estaban siguiendo y, con la ayuda del famoso explorador Jim Bridger, encuentran su poblado cerca del río Tongue, al mando del jefe Black Bear (son en realidad cheyenes y arapahos), y se están dirigiendo a notificar el descubrimiento a Connor.
Antes del amanecer del día 17, Sawyers envía a cuatro exploradores, Ben Estes, Baptiste Defond y otros dos, a Fort Laramie en busca de Connor para que envíe relevo para Williford y sus hombres (recordemos que en el convoy tienen una información muy vaga e imprecisa de lo que está haciendo Connor). Sawyers busca voluntarios entre los militares para que escolten al grupo pero estos se niegan y Williford no hace nada por convencerlos, así que los exploradores deciden ir solos.
Las noches son muy frías aunque por el día sigue haciendo mucho calor.
El 19 de agosto los exploradores de Sawyers regresan de un intenso viaje en el que recorrieron unas ciento cincuenta millas en cincuenta horas, e informan de que Connor había salido de Fort Laramie en busca de indios y que ahora debe de estar cruzando el Powder.
También informan de que los cheyenes que los tenían rodeados se están marchando en dirección norte, dejando el camino libre al sur de Pumkin Buttes, donde afirman haber encontrado un buen paso para el convoy.
Fort Connor y el río Powder
La expedición inicia la marcha todavía viendo indios esporádicamente en los alrededores aunque cada vez menos.
Los siguientes días la escasez de agua comienza a ser crítica otra vez, especialmente entre los militares, y algunos de sus animales mueren por el calor. Sawyers lo achaca a la negligencia de Williford por no haberles dado de beber cuando pudieron. Hay varias discusiones en estos días, tanto por la falta de agua como por la falta de ropa de los soldados. Estos culpan a Sawyers por su falta de previsión y Sawyers responde que él ya tiene bastante con preocuparse de los civiles y que es Williford el responsable de ocuparse de sus hombres.
El 22 de agosto atraviesan el lado sur de Pumkin Buttes por un estrecho paso y poco después, con una extrema escasez de agua, ya tienen a la vista el río Powder. Ese mismo día ven columnas de humo a lo lejos, temen que de indios.
El 23, ya con abundancia de agua, lo toman de merecido descanso. Mientras están acampados llega hasta su misma ubicación un convoy de carromatos militares que se dirige a Fort Laramie en busca de provisiones. Estos les anuncian que el humo que ven no son de indios si no de la construcción de un fuerte por orden de Connor (Fort Connor) [pulsa el 8 para ver nota]8, que comenzó hace muy pocos días (el mismo día de la batalla de Bonepile).
También les cuentan que Connor partió ayer hacia el río Tongue (un afluente del Yellowstone, al norte).
Esto se debe a que los pawnee y North habían llegado antes para comunicar su descubrimiento y Connor está yendo en ese momento camino del poblado de Black Bear.
También les advierten de que, aunque el humo es del fuerte, la presencia de indios hostiles en la zona es real.
Sawyers envía un hombre al fuerte pero allí sólo queda un pequeño destacamento, entonces envían un correo en busca de Connor para solicitar relevo para la escolta.
El día 24 de agosto acampan junto al fuerte pero en la otra orilla del Powder. El calor es sofocante y el terreno está ya muy pisado, tanto por los hombres de Sawyers como por los militares, levantando mucha polvareda. Hay poco pasto para los animales pero al menos hay abundancia de agua. Se ven algunos indios en la distancia pero no se acercan.
El día 25, acampados a la espera de noticias de Connor, un miembro de la expedición, paseando por la orilla del río se encuentra sorpresivamente con un pequeño grupo de indios durmiendo, no muy lejos del campamento. Intercambian algunos disparos pero no hay heridos. El mismo día, otro pequeño grupo de indios hace una rápida incursión y consiguen robar un caballo y matar a dos bueyes.
Este mismo día el mensajero de Connor regresa con la orden de que Williford se quede allí con sus hombres y tome el mando de Fort Connor, y asigna a Sawyers una nueva escolta de treintaicinco hombres, notablemente insuficiente, al mando del capitán Kidd. Estos tienen orden de escoltarlo hasta el río Bighorn y una vez allí, abandonar la expedición y regresar a Fort Connor.
El 26 de agosto la expedición parte en dirección nor-noroeste ya siguiendo el Bozeman Trail. Tanto Sawyers como Williford están encantados de perderse de vista.
El día 27 alcanzan el arroyo Crazy Woman. A partir de aquí comienzan a dejar atrás las praderas para adentrarse poco a poco en la región de las Montañas Rocosas, con un clima más frío y húmedo, y colinas más escarpadas, aunque con más pasto, leña y muchos arroyos de agua cristalina que bajan de las montañas. Irán bordeando las montañas Bighorn por su lado este.
El día 28 de agosto, un pequeño destacamento de correo que va en busca de Connor les alcanza y les advierten de que van demasiado desprotegidos para hacer frente a las tribus de la zona.
El 29 de agosto les llueve por primera vez en un mes. Este mismo día, un poco más al norte, Connor está librando la cruenta batalla, matanza más bien, del río Tongue, en el poblado de Black Bear, atacando por sorpresa y provocando una auténtica masacre. La mayor parte de los guerreros indios estaban ausentes en una campaña contra los crow. Se calcula que unas sesenta personas, principalmente niños y mujeres, fueron asesinadas ese día, entre ellas la madrastra de George Bent, el intérprete en Bonepile.
El día 30, el destacamento de correo con el que se encontraron hace dos días regresa, advirtiendo que no pudieron alcanzar a Connor por haber sido atacados por un gran grupo de indios y que los vinieron persiguiendo hasta muy cerca de donde están ahora.
La emboscada del río Tongue
El 31 de agosto alcanzan el valle del río Tongue, cerca de donde hoy está Dayton, Wyoming, en una región en algunos tramos boscosa y con abundancia de agua.
Poco antes del anochecer, el capitán Osmer F. Cole acompañado del teniente Moore, de la escolta militar, explorando el terreno por el lado oeste del río, son atacados por sorpresa por un gran grupo de indios. Al intentar huir, Cole cae del caballo y es asesinado por los indios. Moore huye a pleno galope en busca de refuerzos pero los indios no hacen nada por perseguirle y llega ileso. Cuando van a recuperar el cadáver, ven que a Cole le robaron el caballo y todo lo que llevaba encima pero para sorpresa de todos, no le cortaron la cabellera.
El día 1 de septiembre por la mañana, en todo el valle a la vista se divisan numerosos fuegos de campamentos indios entre los árboles. Con uno de los howitzers lanzan una salva hacia el campamento que les parece más grande y surte efecto. Numerosos indios huyen en tropel, saliendo de todas partes, de entre la maleza, ataviados con pinturas de guerra, cascabeles, plumas y pieles de animales.
Bajan el valle con bastante dificultad, por un terreno muy complicado y comienzan a vadear el Tongue.
Al mismo tiempo que los que van en cabeza, ya en la otra orilla, encuentran restos de un campamento con las brasas aún humeantes, por la retaguardia, que está comenzando a cruzarlo, unos cien arapahos se abalanzan con un ataque sorpresa. El río tiene cierto caudal y los carreteros que conducen los bueyes no pueden usar bien sus armas por miedo a que al soltarlos, los carros sean arrastrados por la corriente, sin embargo muchos bueyes sueltos huyen en estampida y los indios consiguen atrapar unos treinta.
La infantería toma posiciones en una pequeña colina junto al río para defender la retaguardia pero inmediatamente un grupo de unos quince indios aparece por sorpresa atacándolos por su izquierda, obligándolos a retirarse hacia el convoy. Al momento otro grupo aparece también atacándolos por su derecha, disparando.
El convoy comienza a formar el corral en posición defensiva y colocan los howitzers, mientras cada vez más indios van apareciendo por todas las colinas de los alrededores hasta formar un número de unos seiscientos y comienzan a realizar ataques alrededor del corral.
Cabalgan a pelo, se tumban inclinándose por el lado del caballo opuesto al corral, quedando protegidos, y disparan por debajo del cuello del animal, a toda velocidad, profiriendo salvajes gritos de guerra.
Su superioridad numérica es abrumadora.
La puntería de los indios no es mala pero debido a su escasez de pólvora, las balas van muy poco cargadas y apenas infligen heridas leves. Lee ve como el cocinero Jack Marshall recibe una bala perdida en el cuello que no llega a atravesarle la piel. Varios ven como las balas chocan contra la piel de los bueyes con un ruido sordo, sin llegar a penetrar.
Comienzan a disparar con los howitzers y vuelve a surtir efecto. Los indios se retiran y acampan a la vista, donde poco después empiezan a cocinar ganado del que consiguieron robar a la expedición.
Tras un par de horas sin ataques, debido a la mala posición en la que se encuentran, el convoy parte en dos columnas hacia las colinas más allá del valle del Tongue pero los arapahos vuelven a tomar rápidamente todas las colinas de los alrededores para frustrar la huida y comienzan a disparar otra vez.
El terreno es muy complicado para los carros y las colinas son completamente favorables a los indios por lo que la expedición decide dar la vuelta y regresar al Tongue para formar el corral.
Lee, en la retaguardia de una de las columnas, escucha pasar las balas sobre su cabeza y ve como impactan en hombres y animales pero sin fuerza, causando apenas heridas leves.
Consiguen llegar de vuelta al río y empiezan a formar el corral en una zona elevada junto a él, no lejos de donde estaban antes. Unos veinticinco indios se colocan en otro alto en la orilla opuesta y otros junto al río, más abajo. Holman y Griggs notan que las balas ahora parecen hacer más daño pero Lee, que está más cerca, ve que en realidad quien les está haciendo daño es uno solo de los indios, que tiene las balas bien cargadas de pólvora, un rifle potente y buena puntería; lo ve en el grupo junto al río. El indio dispara y hiere mortalmente al carretero James Dilleland mientras maneja una yunta de bueyes (morirá esa noche por la herida). Inmediatamente el indio se mueve corriente arriba para buscar una mejor posición y el propio Lee debe de buscar una mejor cobertura para no estar a tiro. El indio vuelve a disparar y le da al emigrante E. G. Merrill, que también muere.
También abate algunos animales.
Deciden mover el campamento a una posición con mejor cobertura, a poca distancia de allí.
Mientras se mueven no se producen más bajas y poco después de volver a formar el corral, cesan los ataques.
Los indios acampan a un cuarto de milla río arriba.
Ya cerca de la noche, un pequeño grupo de indios se acerca y, desde una posición segura, se comunican en inglés asegurando que no quieren seguir luchando y proponen que salga alguien para negociar. Desde el campamento les responden que pueden acercarse sin temor para hablar pero los indios no se fían y se marchan.
Durante la noche llueve intensamente y los arapahos mueven su campamento a un monte cercano.
El 2 de septiembre amanece despejado pero la situación es muy complicada; cualquier intento de avanzar podría acabar en una matanza. Unos doscientos cincuenta o trescientos indios se acercan pero no se producen ataques.
Más tarde ese día, un buen grupo de esos indios comienza a acercarse demasiado pero mientras empiezan a preparar las defensas, los arapahos muestran banderas blancas.
A voces vuelven a mostrar su deseo de llegar a un acuerdo y, esta vez, los jefes de la tribu aceptan entrar al campamento para negociar.
Una vez dentro, estos les comunican que pensaban que eran «casacas azules» de Connor y que por eso les atacaron, y que si hubieran sabido que eran civiles no lo habrían hecho. También les cuentan la masacre de Connor de hace tan solo cuatro días y que, además de la matanza, saqueó el pueblo llevándose casi todos sus caballos y sus provisiones por lo que proponen comerciar a cambio de víveres.
En realidad, los pocos guerreros que quedaban en ese poblado fueron quienes mataron al capitán Osmer F. Cole pensando que era de los hombres de Connor.
Mientras se producen las negociaciones Lee observa que suele ser habitual ver en los indios que parecen estar al borde de la inanición.
En el transcurso del encuentro, veintisiete indios entran al campamento solicitando hablar con sus jefes mientras alrededor de trescientos están en los alrededores. Esto pone muy nerviosos a los militares que lo interpretan como un intento de aniquilarlos desde dentro y se produce un altercado verbal, tanto con los indios como con los propios integrantes de la expedición aunque consiguen calmar los ánimos y el problema no va a más.
A muchos les indigna que Sawyers deje entrar a indios en el campamento y que les de ese trato amistoso, como ya había hecho en Bonepile. Ya le habían protestado por esto pero ven que Sawyers hace oídos sordos de esa queja,
En la negociación, además de comerciar, ambos bandos acuerdan enviar conjuntamente tres hombres cada uno en busca de Connor. Los indios con la intención de negociar la devolución de sus caballos (unos doscientos cincuenta), y los de Sawyers para pedir refuerzos para la escolta.
Durante la espera, un pequeño grupo de indios permanecerá retenido dentro del campamento como garantía.
El motín
El clima comienza a ser más frío, húmedo y ventoso.
Indios entran y salen del corral a su antojo para visitar a los retenidos y se les permite ir armados. Estas visitas son amistosas y cordiales pero al mismo tiempo es motivo de tensión para muchos; ver a indios armados dentro del campamento acrecienta su indignación. Este tema es tratado entre unos y otros. Los indios afirman que no se sienten seguros estando desarmados y en inferioridad numérica cuando entran al corral y Sawyers decide que no hay motivo para temer un incidente por lo que sigue permitiendo que entren armados.
Debido a la desconfianza, los militares montan posiciones defensivas preparadas para cualquier ataque sorpresa.
En el transcurso de los días durante la espera, incluso alguno de los indios retenidos sale a su antojo del corral pero vuelve poco después por su propio pie. Lo que para algunos es una muestra de fiabilidad para otros está siendo indignante.
Algunos expedicionarios que salen del corral con intención de acercarse al campamento indio para comerciar, son atacados verbalmente e insultados por sus propios compañeros de expedición.
El día 4 de septiembre, cerca del anochecer, los tres indios del grupo que fue en busca de Connor regresan. Vieron acercándose un destacamento militar y temieron que pudiera ser un problema para ellos. Se les invita a quedarse en el corral pero rehúsan la oferta, muy suspicaces ante la posible llegada de más militares.
A la mañana siguiente, el día 5, el destacamento del que alertaban los indios llega al campamento; veinticinco hombres al mando del capitán Kelogg. Estaban llevando contactos para Connor cuando fueron atacados por indios. En la huida se encontraron con los tres de la escolta de Sawyers, que les comunicaron la ubicación del campamento y vinieron por ser el enclave seguro más cercano.
El día 7 vuelven a ver nieve en las cumbres y en los siguientes días, cada vez más cerca del valle en el que se encuentran.
La desesperación comienza a hacer mella entre los expedicionarios.
El 8 de septiembre, alrededor de la una de la madrugada, unos de los conductores, harto y enfadado por no poder dormir porque uno de sus bueyes no deja de rozar su costado contra la carreta, lo golpea con un palo. El buey se asusta y comienza a correr descontrolado por todo el corral, asustando a su vez a los demás animales, que poco a poco comienzan a sumarse a la carrera y que acaba convirtiéndose en una enorme y peligrosa estampida que sobresalta a toda la expedición. Con la oscuridad de la noche, hay una gran confusión y muchos se apresuran temiendo que es un ataque indio, provocando el caos y el pánico.
Finalmente los animales encuentran un hueco entre dos carretas y muchos de ellos escapan. El frío y el desánimo hace que en ese momento a nadie le importe a donde fueron.
A la mañana siguiente ven a todos los animales fugados pastando tranquilamente al otro lado del río. Sin embargo ahora todo el interior del corral es un espeso barrizal y el día 10, aprovechando que hace buen tiempo, trasladan el campamento a un lugar cercano.
Los expedicionarios escriben que la nieve desaparece a la misma velocidad a la que aparece y que ya no se ve por ninguna parte.
En estos días ven grandes manadas de bisontes y algunos osos aparecen ocasionalmente a la vista pero los lobos, que, según Lee «parecen no tener fin en su número», molestan toda la noche con sus aullidos, quebrantando el sueño de toda la expedición.
El cansancio, el abatimiento y la tensión siguen campando a sus anchas entre la expedición mientras siguen sin noticias de Connor ni de los hombres que fueron en su busca. Nadie es preciso sobre cómo fue en realidad lo que ocurrirá inmediatamente y soldados, civiles y Sawyers, omiten intencionadamente varios hechos de vital importancia para detallar lo ocurrido, cada uno el que le conviene. Además, de las cuatro versiones que existen, las cuatro se contradicen entre ellas incluso entre las del mismo bando, que en estas fechas son tres contra uno, por lo que no puedo dar credibilidad a ninguna sobre otra. Por este motivo, omitiré los detalles que no son confirmados por más de una versión.
El 12 de septiembre, Sawyers decide que la expedición no puede esperar más y que deben continuar, lo que provoca la exasperación de muchos teniendo en cuenta que al llegar al río Bighorn, a unas setentaicinco millas, la escolta militar deberá de abandonarles.
Se genera una discusión a la vista de todos entre Sawyers y un grupo de civiles. Estos se niegan en redondo a continuar sabiendo que en pocos días se quedarán sin escolta e insisten en volver a Fort Connor, y Sawyers asegura en que a partir del Bighorn ya no hay tribus hostiles y que además, si las hubiera, insiste en que ya han visto como haciéndoles saber que son civiles no les atacarán. Varios le replican asegurando saber a ciencia cierta que sí hay tribus hostiles y les atacarán. Ni unos ni otro ceden.
Las pocas y escasas investigaciones que hay acerca de esta expedición afirman que entonces hubo una votación para destituir a Sawyers pero en realidad, más que una votación fue una demostración de fuerza en la que el líder de los amotinados, de quien nadie dice su nombre, pregunta a voces quién está con él y se le juntan unas cuarenta personas, a lo que Sawyers responde haciendo la misma pregunta y se le juntan menos de veinte.
Los amotinados se hacen con el liderazgo y deciden que la expedición debe dar la vuelta y dirigirse a Fort Connor.
Lo que los partidarios del motín escriben en sus diarios es que no se niegan a completar la expedición si no que no quieren hacerlo sin la escolta militar, argumento que provocará sólo un día después la mayor de las contradicciones en este conflicto.
Los amotinados deciden que deben hacer el recorrido de vuelta con sólo trece carromatos, abandonando los demás. También deciden, votando entre ellos, liberar a los indios retenidos en el campamento, hecho que también indigna a varios, que los quieren ejecutar.
El 13 de septiembre la expedición parte de vuelta a Fort Connor. Esa misma noche, al acampar apenas a diez millas al sur del Tongue, llega un destacamento militar de unos cien hombres al mando del capitán Albert Brown, acompañados de un nutrido grupo de exploradores winnebago al mando de Little Priest, enemigos acérrimos de sioux y arapahos. Son, por fin, el relevo para la escolta, enviados por Connor.
Los partidarios del motín celebran con entusiasmo en sus diarios la llegada del destacamento; escriben encantados que por fin ya pueden retomar la expedición, y aquí es donde se produce la mayor de las contradicciones que mencionaba antes.
El capitán Brown afirma que no son refuerzos, son el relevo, y sobre todo, confirma desde el primer momento que él también tiene órdenes de no seguir más allá del río Bighorn. En ese caso, si las condiciones son las mismas que el día del motín, ¿por qué ahora sí quieren seguir? Nadie explica ni una palabra sobre este repentino cambio de parecer.
Este hecho inexplicado podría dar credibilidad al artículo de Justin Horn en wyohistory.org que afirma que el capitán, al enterarse de la rebelión, tiene intención de ejecutar a los amotinados según la ley militar pero Sawyers intercede para que no lo haga, ya que los hombres no le sobran y además, al ser civiles, legalmente no puede hacerlo.
Dos hechos ciertos son que en todo lo que resta de expedición, nadie vuelve a escribir nada malo sobre Sawyers y también, que no castigó ni tomó represalias contra nadie.
Yellowstone
El 14 de septiembre, los treintaicinco hombres de la escolta que les acompañan desde Fort Connor salen hacia Fort Laramie y el día 15 la expedición vuelve a partir hacia el norte, en dirección a Montana, en una ruta planificada por Baptiste Defond.
El día 19 alcanzan el río Bighorn sin ninguna incidencia y la escolta debe de dar la vuelta sin embargo, Brown, bajo su responsabilidad, proporciona a Sawyers un grupo de siete hombres al mando del sargento James Youcham para que les acompañen hasta Virginia City. Brown también asegura que no se encontrarán con tribus hostiles a partir de ahí. De hecho, la expedición ya no se encontrará con más indios.
Aproximadamente en estos días, Sawyers también contrata como guía a un hombre que vive allí, en las montañas Bighorn, un auténtico ermitaño de apellido Ruleaw y que afirma conocer al dedillo toda la región, hecho que provocará una surrealista y algo cómica anécdota unos días después.
El 22 de septiembre alcanzan el río Yellowstone, que seguirán durante varias jornadas.
Durante las siguientes semanas irán bordeando todo el lado norte de lo que hoy es el Parque Nacional Yellowstone y el Bosque Nacional Custer Gallatin.
El buen tiempo se intercala con días nublados por una región plagada de ríos y arroyos de aguas cristalinas, leña y pasto en abundancia, y en muchas de estas zonas se siguen encontrando con enormes manadas de bisontes.
En esta región cruzan los que Lee califica como «los lugares más bellos que jamás había visto».
A pesar de la belleza del lugar, con las indicaciones de Ruleaw, el hombre de las montañas, la expedición tiene de desandar el camino en diversas ocasiones por haberles metido este en zonas imposibles para el convoy. Sawyers comienza a escribir sobre el montañero con desconfianza, como quien sospecha haber sido timado.
El día 3 de octubre cuando se despiertan por la mañana, Ruleaw ha desaparecido sin dejar rastro.
El 12 de octubre llegan a su destino, Virginia City.
Conclusiones
Al llegar a Virginia City, el odómetro marcaba 1.022 millas recorridas (unos 1.644 kilómetros), al que calcularon que se le podrían restar unas 122 millas de las vicisitudes propias de una primera exploración, una distancia que recortaba enormemente el largo rodeo por Utah.
A pesar de eso, los problemas todavía eran mayores que las ventajas. Sawyers volvió a realizar la misma expedición al año siguiente con intención de demostrar su viabilidad pero la amenaza de las tribus hostiles seguía siendo un gran problema; Connor tampoco había conseguido apaciguar la región con sus sanguinarios métodos. También, la progresiva llegada de las líneas férreas hicieron que el interés en la ruta fuera decayendo durante varios años más.
Acerca de los conflictos entre los integrantes de la expedición, creo no estar siendo víctima de un prejuicio al decantarme del lado de Sawyers e intentaré justificarlo.
En escritos posteriores a la expedición, algunos integrantes hicieron declaraciones sobre él que se puede demostrar documentalmente que son falsas, como por ejemplo que no refirió los enfrentamientos con los indios en su informe al gobierno. Ese informe forma parte de la bibliografía de este relato y los enfrentamientos están, todos y cada uno de ellos.
Por contra, en ese informe, lo único que Sawyers no menciona es que haya habido un motín y en ningún momento habla en contra de nadie. Da las gracias especialmente al capitán Brown.
En un principio, Corwin M. Lee (civil) era la voz neutral en el enfrentamiento entre Sawyers y los militares, sin embargo, en el transcurso de la expedición, este se va poniendo progresivamente en contra de Sawyers y el día del motín no tiene reparo en celebrar que se produzca.
Ahora hay dos cosas que me parece muy importante mencionar. De los tres diarios que hay exceptuando el del propio Sawyers, y que son el de Lee, el parcial de Holman y el del soldado Griggs, la primera es que no hay ni un solo hecho concreto, anécdota o detalle escrito que muestre a Sawyers como un incompetente o un mal líder, salvo la mala contestación en el primer conflicto por el agua, y que es de libre interpretación hasta qué punto estuvo fuera de lugar. De los militares sí las hay, recordemos el ridículo de la anécdota de Williford con la mantequilla el 26 de junio amenazando a unos emigrantes, o la poco afortunada broma del destacamento del teniente Dana haciéndose pasar por indios el 2 de agosto y que pudo haber matado a alguien.
La segunda es que, salvo la escasez de agua que afectó a todos y dependía de encontrar cursos de agua, los únicos que tuvieron problemas de suministros, ropa sobre todo, fueron los militares que dependían de Williford. No se escribe acerca de ninguna escasez dentro del grupo de civiles, emigrantes incluidos. Las provisiones de los militares antes de partir dependían exclusivamente de Williford y es algo que está documentado en los días previos al inicio de la expedición.
Mi opinión personal basada en el contexto que forman los diarios, es que, por un lado, Sawyers era un buen líder y un hombre muy capaz, de mente abierta y bregado en muchas batallas. El hecho de no haber tomado represalias contra los amotinados da a entender que además comprendió que los hombres fueron víctimas de la desesperación en un momento de extrema dificultad. Pero no era perfecto, porque nadie lo es, y es posible que haya cometido un error con su reacción el día del primer conflicto por el agua.
Y por otro lado, creo que Williford, igual que sus tropas de voluntarios, fue obligado por el ejército a participar en una misión en la que no le apetecía participar, y no era un hombre sobrado de profesionalidad. Sin embargo eran el grupo más numeroso.
Parece entreverse que, enfrentados a Sawyers desde el primer día, hicieron correr malas lenguas durante todo el viaje, que fueron cuatro meses muy duros, y poco a poco estas fueron calando entre muchos civiles de la expedición. Cuando las cosas van mal se tiende a buscar culpables en los demás y Sawyers, un líder en minoría, era el blanco perfecto. Se puede leer como muchos acaban despreciando abiertamente a Sawyers pero nadie parece saber exactamente por qué, aunque sí se intuye. Las críticas más mordaces aparecen tras cada reunión y negociación con los indios y, en el río Tongue, con los indios entrando y saliendo, estas se multiplican.
A partir del restablecimiento de Sawyers como líder tras la llegada del capitán Brown, todas las voces críticas desaparecen por completo y pasan a ser repentinamente mansas, como si fuera una expedición diferente, por ese motivo doy credibilidad al artículo de Justin Horn mencionado más arriba acerca del motín. Un implacable poder disuasorio como la amenaza del capitán Brown podría explicar ese radical cambio de parecer en los amotinados.
Volviendo al resultado de la expedición, con el paso de los años el interés en la carretera se retomó, especialmente ya cuando no había tribus hostiles en el recorrido. Hoy en día, las carreteras que llevan desde Sioux City hasta Virginia City, excepto en un par de tramos, coinciden casi exactamente con la ruta seguida por la expedición de Sawyers:
Ruta 20 de Sioux City (IA) a Casper (WY), ruta 25 a Búfalo (WY) y ruta 90 a Bozeman (MT). De ahí a Virginia City son carreteras secundarias ya que, aunque durante la fiebre del oro esta llegó a ser grande y próspera, cuando se agotaron las minas decayó y hoy en día es un pueblo pequeño, sin embargo es un destino turístico muy interesante ya que preserva muchos lugares y edificios históricos de aquélla época.
FIN
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Notas:
- En buena parte de las pocas referencias históricas sobre James Sawyers y su expedición, su apellido es escrito como Sawyer, sin la s final, sin embargo, tanto los registros oficiales de la época como él mismo en su propia firma, escriben Sawyers, con la s final. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- Howitzers eran pequeños cañones de montaña de fácil movilidad. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- Yankees galvanizados (galvanized yankees) era como se llamaba a los prisioneros confederados que habían aceptado prestar juramento a la Unión y alistarse en su ejército, a condición de que no les obligaran a luchar contra su antiguo bando. Se solían utilizar para las guerras contra los indios. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- El general de brigada Patrick E. Connor era un hombre especialmente sanguinario, como veremos más adelante. Además de la que dirigía él mismo, sus otras dos columnas que iban en ese momento hacia el Powder iban lideradas por el coronel Samuel Walker y el coronel Nelson Cole, y les dio las órdenes de «no aceptar ofertas de paz» y de «atacar y matar a todo varón por encima de los 12 años de edad». El propio mayor general John Pope, superior de Connor, calificaría esta orden de «atroz». Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- En los siguientes días, tanto en el arroyo Caballo como después en el Bonepile, todos en sus diarios escribirán sobre sus cauces secos al mismo tiempo que también, en ocasiones, encontrarán agua en ellos. Aunque no especifican el motivo, ya que no llueve esos días, paralelamente a esto escriben en estas semanas que habitualmente encuentran en ríos y arroyos perfectas presas hechas por castores que, dicen, parecen diseñadas por ingenieros, lo que podría explicar el motivo. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- En la actualidad el nombre de este arroyo se escribe Bone Pile, separado, pero en la época se referían a él como Bonepile, junto. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- El nombre del arroyo Crazy Woman está directamente relacionado con la leyenda de Crazy Woman Morgan que puedes leer en este relato del mismo nombre, en esta misma página web. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
- Fort Connor sería renombrado sólo unos meses después de su construcción como Fort Reno, nombre histórico con el que ha llegado hasta nuestros días, aunque actualmente apenas quedan rastros de sus cimientos. A los tres años ardió por completo por causas desconocidas y no se reconstruyó. También hay diversidad de versiones sobre cómo la expedición encontró este fuerte, aunque es un detalle sin relevancia para el transcurso de la expedición. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
Bibliografía:
- Un agradecimiento especial de este autor a la Biblioteca Maureen and Mike Mansfield de la Universidad de Montana en Missoula, por su amabilidad y disposición para aportar uno de los más importantes archivos en los que se basa este relato: Corwin M. Lee Diaries 1865-1872 (archivo digitalizado desde entonces).
- Wagon road from Niobrara to Virginia City. Diario de James A. Sawyers incluido en el informe al Departamento del Interior.
- Nebraska Sate Historical Society: A Galvanized Yankee Along the Niobrara River. Diario de John Colby Griggs.
- Annals of Wyoming: A Fifteen Day Fight on Tongue River, 1865. Diario de Albert Murillo Holman.
- Red Cloud’s War: A Failure to Effectively Coordinate the Instruments of National Power. Tesis de Grant A. Brown en Faculty of the U.S. Army Command and General Staff College.
- Entrada de James Alexander Sawyers en findagrave.com
WyoHistory.org:
- Battle at Bonepile Creek: The 1865 Sawyers Expedition, por Justin Horn.
- Connor’s Powder River Expedition of 1865, por Ellis Hein.
- Connor Battlefield, por wyomingheritage.org.
- The Battles of Platte Bridge Station and Red Buttes, por Ellis Hein.
- Fort Reno and Cantonment Reno: Indian Wars Outposts on Powder River, por Lori Van Pelt y wyomingheritage.org.
Library of Congress:
Bridgeton Pioneer (1890), Forest City Press (1912), Glacier County Chief (1935), Sioux City Register (1866), The Buffalo Bulletin (1918 y 1921), The Buffalo Voice (1921), The Montana Post (1865), The Poplar Standard (1929), The Wolf Point Herald (1934).