Prólogo
Este relato está basado en la leyenda conocida como «Crazy Woman Morgan».
No hay ningún registro histórico comprobable sobre lo ocurrido en aquél otoño-invierno de finales de 1843 y principios del 44. De las diferentes versiones que se cuentan, hay varios hechos que tienen probabilidades de ser ciertos, otros que son claramente falsos y hay diferentes versiones que se contradicen entre sí.
Que Morgan se enfrentó a unos guerreros indios y abatió a algunos de ellos, y que Jeremías Johnson le prestó colaboración, es en lo que coinciden diferentes versiones contemporáneas a los hechos y tienen muchas probabilidades de haber ocurrido en la realidad.
En la película «Jeremiah Johnson», de Sydney Pollack, a la que ya se ha mencionado en una nota en la biografía de Jeremías Kaplan, se hace una pequeña referencia a esta mujer en dos secuencias de la película aunque no se refieren a su lucha.
Hoy en día, en los alrededores del pequeño pueblo de Buffalo, al norte del estado de Wyoming donde ocurrió todo esto, se puede visitar el arroyo Crazy Woman y el monte Crazy Woman, además de una carretera, varios establecimientos comerciales e incluso calles con el nombre de Crazy Woman, en honor a esta mujer.
El que enseguida os va a contar Ricardo sentados junto al fuego, es un relato adornado e interpretado personalmente a partir del compendio de las diferentes versiones y con algunas pequeñas licencias.
Ssshh, el fuego ya está crepitando, escuchad…
—¿Conocéis la historia de Morgan, la mujer loca?.
Me la contó mi abuelo, Elmer, cuando yo tenía apenas unos nueve o diez años. De todas las que me contó, esta es una de la que más se me marcó en la mente. Él la conocía por Jeremías «Liver-Eating» Johnson, que andaba por la zona en aquélla época y participó en estos acontecimientos.
Fue en 1843. La familia Morgan estaba formada por John, el padre, que era comerciante, Mary, la madre, y sus dos hijos, un chico de doce y una chica de catorce.
Venían en caravana, en un grupo grande, siguiendo el Oregon Trail. No sé desde donde venían pero nunca habían estado a este lado de la frontera.
Más o menos por donde hoy está Casper, antes de encarar el tramo del South Pass, decidieron separarse del convoy. Tenían intención de dirigirse más al norte, hacia la cuenca del río Musselshell. Los líderes de la caravana intentaron disuadirlos porque se iban a meter de lleno en territorio de los Crow pero no lograron convencerlos.
El caso es que a medio camino, cerca del bosque Bighorn, encontraron un lugar que les pareció perfecto, cerca de un buen arroyo y con muchos tramperos y cazadores con los que comerciar, y terminaron estableciéndose allí. Se construyeron una cabaña.
Y les fue bien durante un tiempo. Tenían todo lo que venían buscando y eran felices.
Con la mediación de unos tramperos empezaron a comerciar también con los Crow, que en aquella época tenían muchas relaciones comerciales e incluso de amistad con algunos blancos pero aún nos miraban de reojo. Eran auténticos guerreros y todavía guardaban mucho rencor hacia nosotros. Tenías que ganártelos de verdad para no tener problemas con ellos. Les regalaban de vez en cuando whiskey para ganarse su favor. Agua negra, como le llamaban ellos.
John les estaba vendiendo armas de fuego; en aquélla época los Crow estaban en guerra con los Sioux.
El caso es que de alguna manera, unas escopetas que John había vendido a unos tramperos acabaron en manos de los Sioux. Cuando los Crow las vieron tras una batalla con ellos, empezaron a pensar que les estaba vendiendo armas también a sus enemigos.
Cuando se volvieron a encontrar con él, se lo recriminaron. John les explicó el motivo y los Crow simplemente se fueron. Él pensaba que el malentendido estaba arreglado y no le dio más importancia pero claro, no conocía todavía la mente de los Crow. Quizá les habló de una manera que no les gustó, ¿sabéis a lo que me refiero?. Nadie más estuvo allí para confirmarlo.
Todo transcurrió con normalidad durante unos días.
Pasado ese tiempo, un día durante la mañana, John tuvo que ir hasta el río.
Pasaba el tiempo y John no volvía, entonces Mary le pidió a su hijo que fuera a buscarlo.
Otra vez pasaba el tiempo y ninguno de los dos volvía. Mary estaba ocupada cortando leña con un hacha y le pidió a su hija que fuera a buscarlos. Daba por hecho que se habrían entretenido con cualquier cosa. Aún no sabían que a este lado de la frontera las cosas funcionaban de otra manera.
Un tiempo después de marcharse su hija, a Mary le pareció escuchar un grito a lo lejos y entonces fue hasta el río. No os creeréis lo que allí se encontró.
Su hijo, muerto, torturado y sin la cabellera. Su hija, muerta, torturada, violada y sin la cabellera. John estaba atado a un árbol, sin la cabellera, siendo torturado por un grupo de doce guerreros Crow, ¡y todavía vivo!.
El impacto tan fuerte que debió de suponer para aquella mujer encontrarse con semejante panorama, se desató en forma de ira. De la más letal que os podáis imaginar.
Se acercó sin que los Crows siquiera se enteraran de su presencia y, con toda la fuerza que se saca de la ira descontrolada, le clavó a uno el hacha en la boca de forma que casi le parte la cabeza en dos.
Al primero que se abalanzó sobre ella tras eso, lo detuvo de un golpe en la cara con el otro extremo del mango e inmediatamente le asestó un hachazo directamente en el cuello.
Al momento, otros tres la rodearon. Mary tuvo el temple de plantarles cara sin desistir y fue capaz de segar el cuello de otros dos pero el tercero la golpeó en la cabeza y la noqueó. Los Crows quedaron tan estupefactos que se largaron de allí a toda prisa y sin hacerle nada más a ella.
Jeremías Johnson andaba casualmente muy cerca de allí y se acercó al escuchar el sonido de la batalla. Se encontró a Mary tirada en el suelo y la ayudó a volver en sí. Cuando lo hizo, esta le contó todo lo que acababa de ocurrir. A su marido, John, se lo llevaron en la huida.
Johnson salió a toda prisa persiguiendo a los Crows y no mucho después les dio alcance. Con la habilidad casi sobrehumana que tenía este para la pelea, consiguió abatir a cinco de ellos pero durante la lucha, los otros tres que llevaban a John huyeron y Johnson ya no conseguiría darles alcance. Nunca se supo nada más de John
Precisamente esta pelea, aunque no fue el principal desencadenante, fue la primera de la guerra de Johnson contra los Crow que duraría trece años y que se saldaría con el escalofriante marcador final de trescientos a cero a favor de Johnson.
Después de la persecución, Johnson volvió a donde estaba Mary y la ayudó a enterrar a su familia.
Cavaron tres tumbas, dos para los hijos y en la tercera sepultó la cabellera de su marido. Mary tuvo la iniciativa de decapitar a los indios que ella misma abatió y colocó sus cabezas alrededor de las sepulturas.
Desde aquél día, los Crow dejaron en paz a Mary para siempre. ¿Sabéis por qué?. Tenían la tradición de dejar en paz a los locos por motivos espirituales y tacharon a Mary de loca. Yo no creo que fuera por eso pero incluso entre ellos llegaron a crear una leyenda en torno a Mary. Decían de ella que la veían en la noche dar saltos imposibles de una roca a otra del arroyo y cosas así.
A partir de aquello, Mary se encerró en la cabaña y no salía de ella para nada. Johnson pasaba cada cierto tiempo a dejarle comida suficiente pero aún así ni él la veía. Tenían la costumbre de que cuando Mary necesitaba comida, dejaba atada a la rama de un árbol una cinta medio carbonizada que había recuperado del vestido que llevaba su hija cuando ocurrió todo aquello.
Así fue durante algunos meses hasta que llegó el duro invierno.
Un día, Johnson se acercó a dejarle víveres pero la cinta no estaba en la rama. Eso le preocupó y buscó hasta que encontró el cadáver congelado de Mary tirado en la nieve, entre los pinos. No tenía heridas ni ninguna señal de que hubiera sido atacada pero estaba extremadamente delgada. Seguramente murió de inanición o a causa de alguna infección pero, ¿sabéis qué?. A pesar de que llevaba ya días muerta y congelada, Johnson aseguraba que todo alrededor de su cuerpo la nieve estaba derretida a un pie de distancia. Era muy extraño e intrigante.
La enterró junto a su familia.
Pocos meses después, en primavera, Johnson volvió a pasar por allí y, no os lo vais a creer. ¿Sabéis qué?. ¡Allí estaba la cinta!, atada a la rama como Mary solía hacer. Realmente desconcertante. Quizá fueran los Crow en señal de respeto. No se sabe.
Así fue la historia de Mary Morgan. ¿Sabéis lo que pienso yo?. No creo que Mary estuviera loca ni mucho menos. Pensarlo bien. Si hubiera actuado alocadamente apenas habría derribado nada más que al primero por sorpresa pero, ¿a cuatro guerreros Crow?. No, señor, eso no lo haría cualquiera; no es obra de la locura. Les plantó batalla a vida o muerte con toda intención y como mejor pudo. Después colocó las cabezas decapitadas de los oponentes a los que ella misma derrotó como una venganza a la indescriptible tortura que hicieron padecer a su familia. Como un desafío.
Le quitaron todo lo que más quería en la vida y esta perdió el sentido para ella, por eso se encerró en la cabaña. Creo que se vio a sí misma en un círculo sin salida en el que no tenía ningún interés por seguir viviendo pero tampoco quería dejar de vivir y así dejar de recordar a sus hijos.
¿Lo de los Crow?, no creo que ellos tampoco pensaran de verdad que estaba loca; creo que usaron eso como excusa, pero tampoco creo que la tacharan como tal porque le tuvieran miedo. Los Crow no tenían miedo a morir en la batalla. Yo creo que fue más, mitad por respeto, mitad por vergüenza. Vergüenza por admitir que una sola mujer hubiera derrotado a cuatro de los que se suponía que debían de ser de los más valerosos guerreros de entre todos los indios. Respeto porque los Crow respetaban el valor y la valentía aún en sus enemigos. Quizá eso pueda explicar que volvieran a poner la cinta en la rama del árbol.
Espero que Mary Morgan se haya reencontrado con su familia en el más allá y si no, que al menos haya encontrado la paz que se ganó.
FIN
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