Por favor, ten en cuenta que en este artículo hay imágenes reales muy explícitas de violencia no aptas para todos los públicos y citas de expresiones raciales ofensivas.
Preludio
Los hechos que voy a relatar en este artículo son históricos a partir exclusivamente de los registros y testimonios de la época, y no hay ficción ni dramatización añadida. Están comprendidos dentro del que fue conocido como el «Verano Rojo» de 1919 en Estados Unidos, que en realidad abarcó también buena parte de la primavera y del otoño, y en el que se produjeron disturbios raciales en casi cuarenta ciudades y condados de todo el país con un resultado de centenares de muertos, muchos de ellos por linchamiento.
El caso de Will Brown, en Omaha, no fue el peor de todos los que ocurrieron en ese año pero es especialmente llamativo por como transcurrió el proceso de principio a fin, los asombrosos y sobrecogedores detalles que se produjeron y los personajes implicados.
En esa segunda década del siglo se alinearon varios factores que acabaron llevando a esas oscuras y dramáticas consecuencias,
La Primera Guerra Mundial sacó a una gran parte de la fuerza laboral del país, dejando una crítica escasez de empleados para toda la economía. Esto provocó un amplio llamamiento de toda la industria del norte a la comunidad afroamericana del sur, con la perspectiva, además, de dejar atrás las segregacionistas leyes Jim Crow a las que se veían sometidos y que en el norte, al menos sobre el papel, tenían mucha menos implantación.
Esto provocó lo que se llamó la Segunda Gran Migración, en la que se supone que alrededor de medio millón de personas abandonaron el sur para iniciar una nueva vida en el norte.
Al mismo tiempo, la castigada economía de Europa a causa de la guerra estaba provocando también un gran flujo migratorio hacia América en busca de mejores perspectivas de vida.
Cuando termina la guerra, las tropas vuelven a casa y se produce el efecto contrario; todos los trabajos están ya ocupados y la fuerza laboral sobrepasa con creces a la oferta de empleo. Esto provocó el comienzo de las hostilidades entre facciones, también con inmigrantes europeos, pero la peor parte de las consecuencias se la llevó de forma abrumadora la comunidad negra.
De entre todas las facciones de trabajadores, la más antigua y asentada era la irlandesa.
Las facciones supremacistas blancas comienzan a hacerse fuertes. A la comunidad negra, además, se le dan los peores trabajos y con menores sueldos, lo que sirve para acrecentar el resentimiento en ambas direcciones. Entre todas las tropas retornadas también había miles de soldados afroamericanos que sienten que su servicio al país está siendo menospreciado.
El hecho de que la comunidad negra reciba los peores sueldos provoca que vivan en los peores barrios de las ciudades, con menos y peores servicios públicos, y con peores perspectivas de progreso educativo y económico, lo que al mismo tiempo sirve de excusa a los supremacistas blancos para desacreditar su forma de vida.
El exceso de empleados sumado a la castigada economía de posguerra provoca también que haya huelgas continuamente a lo largo de todo el país. Los empresarios se sirven del resentimiento de los negros hacia los blancos para utilizarlos como esquiroles rompehuelgas, lo que acrecienta todavía más la tensión.
Muchos políticos lanzaron incendiarias proclamas supremacistas para ganarse el voto de ese numeroso sector.
Buena parte de la prensa vio un filón en este problema, cayendo en el sensacionalismo más burdo y decadente, y convirtiéndose en uno de los pilares de los enfrentamientos raciales. Los titulares sobre hombres negros atacando a mujeres blancas comenzaba a convertirse en una constante; era algo que vendía muchos ejemplares.
En primavera, los enfrentamientos raciales violentos y los linchamientos comienzan a hacerse habituales. En disturbios como los de Chicago y Washington D.C., los negros contraatacaron.
Omaha y el Distrito Deportivo
En 1920 (el censo más cercano a los acontecimientos), Omaha era una ciudad de 191.601 personas, de las cuales 10.315 eran afroamericanas.
Distrito Deportivo (Sporting District) era como se conocía popularmente en todas las ciudades de Estados Unidos a los distritos donde se encontraban los locales de dudosa o ninguna legalidad, como burdeles, casinos ilegales o locales de bebida durante la posterior Ley Seca.
En Omaha, Tom Dennison, de la facción irlandesa, era el líder político y mafioso a cargo de los principales locales de juego, prostitución y contrabando del distrito deportivo. Tenía su oficina en la calle Douglas, al este de la ciudad.
Dennison era un hombre culto y muy astuto, y tenía mucho peso en la Asociación de Hombres de Negocios de Omaha.
Como líder político con enorme influencia, fue el artífice de poner como alcalde de la ciudad a «Cowboy» Jim Dahlman durante nada menos que veinte años, a quien llamaban coloquialmente «el alcalde perpetuo». Este venía de Tejas y se había ido de allí con veintidós años después de matar a un primo suyo.
Dennison controlaba todo acto criminal en Omaha ya desde los últimos años del siglo anterior. Se decía que nadie cometía un delito sin su aprobación previa. La policía, buena parte de ella a su sueldo, le informaba a diario y el alcalde Dahlman le respondía personalmente.
En 1918, los habitantes de Omaha, hartos del poder y de la impunidad de la que disfrutaba Dennison, votan como alcalde a Edward Parsons Smith, un reformista y moralista que era todo lo contrario a los intereses del mafioso.
El nuevo alcalde Smith trabajó incansablemente en su política de reformas pero con escaso o ningún apoyo del ayuntamiento o de los sindicatos; Dennison seguía teniendo demasiado poder en diversos estamentos de la ciudad.
El periódico Omaha Daily Bee, unos de los principales diarios locales, asociado y completamente sometido a los intereses de Dennison, solía informar habitualmente sobre, muchas veces falsos ataques de hombres negros a mujeres blancas.
El Omaha Daily Bee era popularmente conocido como, simplemente, el Bee, y así se suelen referir a él en casi todas las fuentes e investigaciones, y también su edificio se llamaba Bee Building, por lo que, en adelante, me referiré a él como el Bee.
Este periódico tampoco perdía la oportunidad de informar llamativamente sobre cualquier linchamiento que se produjera en cualquier parte del país en aquel Verano Rojo.
En el primer año del mandato de Smith se declararon también varias huelgas de trabajadores.
A partir de la primavera de 1919, el Bee comienza a ser especialmente prolífico con titulares incendiarios y morbosos sobre los ataques de hombres negros a mujeres blancas, y en general sobre una supuesta creciente «criminalidad negra», para desacreditar la seguridad en la ciudad con el nuevo alcalde.
Ese verano, el The Monitor, un periódico semanal enfocado a la comunidad afroamericana de Omaha pero con todo el rigor periodístico del que carecía el otro, comenzó a alzar la voz y a señalar al Bee como un incitador a los linchamientos.
También el mismo verano, tras una denuncia por violación en el distrito sur, fue detenido en las inmediaciones el sospechoso, que resultó ser un hombre blanco maquillado para parecer negro, un dato que ganará importancia a lo largo del relato.
A la par de todo esto, el Bee también comenzó a desprestigiar al sector moralista de la policía que apoyaba al nuevo alcalde.
La detención de Will Brown
En la tarde-noche del jueves 25 de Septiembre de 1919, Agnes Loeback, de diecinueve años, acompañada de Milton Hoffman, de veintitrés, denuncian haber sido atacados en un parque de la zona este de la ciudad por un hombre negro que les robó a punta de pistola y luego violó a Agnes [pulsa el 1 para ver nota]1.
Policías, detectives y un grupo de hasta cuatrocientos civiles armados y liderados por Joseph Loeback, hermano de Agnes, peinaron la zona.
Un vecino habló a la policía de «unos negros sospechosos» que vivían en una casa cerca de allí.
Al llegar a esa casa, detuvieron a Will Brown, un hombre de cuarenta o cuarentaiún años. La información sobre la detención es diversa, escasa y confusa pero toda coincide en que en ese momento estaba solo en casa, probablemente en la cama y no se resistió.
Lo llevaron a la casa de los Loeback para una identificación y tanto ella como Hoffman confirman que Will Brown fue el atacante.
En ese momento ya se había concentrado frente a la casa de los Loeback una muchedumbre de unas doscientas cincuenta personas, hombres y mujeres, que estaban clamando por lincharlo.
Al salir se produjo un altercado entre la muchedumbre y la policía y, además de ser golpeado, en dos ocasiones lograron echar una soga al cuello de Brown pero finalmente, la policía consiguió sacarlo de allí.
Esa noche es llevado a los calabozos de la comisaría pero ante el ambiente reinante, por la mañana temprano la policía decide que estará más seguro en los calabozos del nuevo edificio de los juzgados y allí lo trasladan.
El Palacio de Justicia del Condado de Douglas a donde es llevado, es un moderno y amplio edificio en el distrito comercial de la ciudad construido sólo siete años antes.
La foto superior es actual. Aunque muchos edificios no son los mismos de 1919, el edificio de juzgados, incluyendo su parque en el lado norte, es el mismo de entonces, al igual que la disposición de las calles y sus nombres, con la única salvedad de que el tramo de la 18ª a la altura de los juzgados, que actualmente está edificado, entonces era una calle abierta al tráfico igual que la 17ª, al otro lado. Te recomiendo que dejes esta foto abierta en segundo plano porque más adelante se hará continua referencia a estas calles y sus intersecciones.
En el interrogatorio, Brown asegura que Agnes Loeback había dicho en un primer momento que el atacante había sido un hombre negro pero que no podía asegurar que este hubiera sido Brown. Posteriormente Loeback confirmó que sí estaba segura de que había sido Brown. Su ropa también coincidía con la descripción que habían dado.
El viernes 26, el Bee publica un artículo sensacionalista y morboso sobre lo ocurrido, refiriéndose al atacante como «una bestia negra» y sumándolo a los supuestos habituales ataques de hombres negros contra mujeres blancas que solía publicar.
La edición de ese día del Bee termina informando sobre la búsqueda del atacante en la noche anterior, sin llegar a la detención.
El sábado 27, el mismo periódico informa del resto del proceso de detención, incluyendo el primer intento de linchamiento frente a la casa de los Loeback. Afirma que Brown vivía con otro hombre negro y una mujer blanca en una casa propiedad de esta. Escribe también que en el momento de la detención, Brown estaba solo en casa, en la cama y armado.
Esas dos personas que convivían con Brown afirmaron que esa noche llegó a casa nervioso.
Estando detenido, un examen físico realizado a Brown afirmaba que estaba tan aquejado de reumatismo que no podría haber sido capaz de atacar a nadie. No hay información precisa sobre quién le realizó ese examen.
Un reportero del Omaha World-Herald, otro periódico local, que aseguró haberlo entrevistado en los calabozos, también afirmó que el estado físico de Brown era muy precario.
El abogado que se entrevistó con él también confirmó su deteriorado estado físico.
Milton Hoffman, el novio de Agnes Loeback, era empleado de Tom Dennison, de su entorno más cercano, e incluso trabajó como su secretario.
El motín y el linchamiento de Will Brown

–14:00 horas. Domingo 28 de Septiembre de 1919. Un grupo de unos cuarenta chicos jóvenes de entre doce y veinte años aproximadamente, estaban ya reunidos frente a los juzgados. Dos testigos afirman que este grupo lanzó algunas piedras contra el edificio.
Al mismo tiempo, otros aproximadamente doscientos jóvenes se reunían cerca de la escuela Bancroft, al sur de la ciudad y, liderados por Milton Hoffman, comenzaban una marcha hacia los juzgados.
La marcha de este grupo fue interceptada por John T. Dunn, jefe de la oficina de detectives de Omaha. Este intentó disuadirlos pero no lo consiguió. Algunas fuentes afirman que simplemente lo ignoraron o que incluso se rieron de su petición. Después, llegaron hasta los juzgados, donde se concentraron frente a él pacíficamente en el lado sur (calle Harney).
No hay una información precisa sobre el número de policías que había en ese momento dentro de los juzgados pero probablemente no serían más de una docena, puede que incluso menos, además de algún funcionario y el juez de guardia.
–15:00. Entre la mayor parte de los concentrados no había ningún atisbo de peligrosidad, aunque su líder, William Francis, de dieciséis años, se movía por la calle a lomos de un caballo de cuya silla colgaba una soga. Muchos de ellos intercambiaron bromas con los policías y charlaron amistosamente con ellos.
Sobre esa hora se envió desde los juzgados un informe sobre la situación, que parecía pacífica, al capitán de policía, en la comisaría, y este decidió enviar a los cincuenta hombres que estaban de guardia en la comisaría, a casa a pasar el domingo con sus familias.
–16:00. Sobre esta hora, la muchedumbre comienza a crecer en número, ya compuesta por varios centenares de personas de todas las edades, principalmente en el lado sur del edificio. Venían en su mayoría también desde la zona de la escuela Bancroft, al sur, y testigos afirman que entre ellos ya había muchos armados con palos y porras aunque todavía no se registra ningún incidente.
–16:15. Llega el primer furgón con un contingente de policías de apoyo en un número indeterminado pero se calcula que tras la llegada de estos, habría unos treinta policías dentro y alrededor del edificio.
–17:00. Sobre esta hora se estima que ya había alrededor de los juzgados un número de entre cinco mil y veinticinco mil personas. Esta cantidad varía mucho según la fuente pero la mayoría dan un número notablemente mayor de diez mil. De ellas, unas cuatro mil estaban frente a las puertas del lado sur del edificio (calle Harney). Hasta ese momento prácticamente no ocurría nada más que gritos y amenazas.
Es a partir de esa hora cuando la concentración comienza a convertirse en asedio. La multitud desafía a los policías y comienzan a lanzar ladrillos contra ellos. En pocos minutos, la turba comienza a dividirse en grupos de ataque con líderes visibles. Un agente es empujado atravesando la cristalera de una de las puertas. Dos agentes sacan sus porras para intentar capturar a algunos de los líderes pero la multitud les contraataca y tienen que retirarse.
–17:15. Los agentes despliegan las mangueras contraincendios y las utilizan contra la multitud a través de las puertas y las ventanas pero, aunque en un primer momento consiguen retrasarlos, en unos segundos ya no surte ningún efecto. La turba responde con una lluvia de palos y ladrillos. Para entonces, prácticamente todas las vidrieras del lado sur del edificio estaban ya rotas.
–17:30. Algo antes de esta hora, la turba comienza a intentar echar abajo las puertas del edificio.
Los policías disparan sus armas por el hueco de un ascensor con intención de asustar a la multitud pero estos se enfurecen aún más.
Finalmente consiguen romper una puerta de roble que da acceso al sótano del edificio y la muchedumbre comienza a gritar de euforia.
William Francis accede con su caballo al interior del edificio, probablemente por las puertas del lado norte. Varios testigos afirman que con otros varios hombres aferrados al animal.
En ese momento llegan a las inmediaciones del edificio el marshal Eberstein y el alcalde Smith. Eberstein pide a los líderes del motín que le den la oportunidad de hablar a la multitud.
Se sube al alféizar de una de las ventanas junto a L. J. Thomas, un conocido líder de los amotinados, y este último pide a la multitud que escuchen al marshal. Durante unos segundos, se hace el silencio.
Eberstein clama que la mejor manera de conseguir su misión es dejar actuar a la justicia pero en seguida la multitud vuelve a iniciar su clamor y a tirar piedras contra el marshal. Una de ellas está a punto de darle en la cabeza, entonces desiste y vuelve al interior del edificio.
La foto de arriba probablemente corresponda al momento en el que Eberstein se retira al interior del edificio tras desistir de intentar hablar a la turba. En la puerta del extremo derecho parece verse, en su zona central donde termina la foto, via libre al suelo dentro del edificio y, en principio, fue la única que se abrió; por las otras dos accedieron a través de las cristaleras rotas (este detalle lo puedes ver en la siguiente foto), sin embargo la multitud parece estar haciendo una línea de atención concentrada hacia las ventanas del primer piso, a la izquierda de las puertas. En la primera de estas ventanas parece verse el brazo de alguien con una camisa de color muy claro y un chaleco de color muy oscuro, volviendo al interior, quizá L. J. Thomas.
–17:50. El comisionado Harry B. Zimman sale a intentar calmar a la turba pero este es atacado, primero con gritos de «linchad al maldito judío» y después a golpes. Unos acompañantes suyos consiguen rescatarlo al interior del edificio.
–18:00. Poco después de esta hora, con el edificio completamente rodeado por los cuatro costados, comienzan a arrebatar pistolas, placas y gorras a la policía y estos, junto a Michael Clark, el sheriff del condado, que había convocado a todos sus hombres al edificio, seis en total, se retiran para crear una línea defensiva en la segunda planta, disparando sin miramientos a cualquiera que intente subir.
Esta situación continuó durante aproximadamente una hora.
En algún momento indeterminado entre las 18:00 y las 19:15, la policía trasladó su línea defensiva a la tercera planta.
Tres policías y un reportero de periódico (según una versión) fueron encerrados por los amotinados en una sala de seguridad con una gruesa puerta metálica en el segundo piso.
Otra versión afirma sobre esto que un secretario del ayuntamiento, viendo que iban a arder importantes registros oficiales, fue acompañado por tres policías con la intención de ponerlos en un lugar seguro y cuando entraron en esa sala, alguien cerró y bloqueó la puerta de seguridad.
Durante el asedio, se desconoce en qué momento preciso, se solicitó la ayuda de las tropas estatales pero hay diversidad de versiones sobre si se solicitó demasiado tarde, o si se solicitó pronto pero estos tardaron demasiado en llegar por el proceso burocrático que conlleva.
–19:15/19:30. Policías y agentes del sheriff forman una última línea defensiva en el cuarto piso del edificio, protegiendo fuertemente el acceso por las escaleras.
–19:30. Sobre esta hora, un grupo se separa de la turba y saquea una gasolinera cercana y, poco antes de las 20:00, los líderes rocían las plantas bajas con gasolina y comienzan a verse las primeras llamas dentro del edificio.
Dos testigos afirman que poco después de esto, un camión de bomberos que se acerca desde el este por Farnam es interceptado por la muchedumbre entre la 16ª y la 17ª, sacan a sus ocupantes y empujan el camión cuesta abajo. Toda esta zona del distrito esta situada en una colina con la pendiente vertiente al sur y al este.
En el edificio y alrededor, la turba cortó en pedazos todas las mangueras contraincendios, frustrando cualquier intento de los bomberos por apagar el fuego.
Varios grupos liderados por jóvenes menores de veinte años comienzan a patrullar los alrededores. A los negros se les sacó a rastras de los tranvías para ser apaleados. También apalean a cualquier afroamericano que encuentren y a cualquier blanco que intente defenderlos. Incluso muchos de los amotinados se hicieron daño entre ellos en medio del caos.
Se produjeron saqueos en ferreterías y en casas de empeño en busca de armas, donde se produjeron tiroteos. Los registros policiales indican que se robaron más de mil revólveres y escopetas ese día.
Según dos testigos, entre la 16ª y Farnam, un tranvía para y un chico de color se baja de él. Uno de esos grupos lo vio y fue a por él a la carrera. El chico, en cuanto se dio cuenta, corrió tan rápido que consiguió alcanzar el tranvía que subía en dirección norte por la 16ª, ya a una manzana de distancia, salvándose por poco.
No he sido capaz de situar temporalmente la foto de arriba. Algunos pies de foto donde aparece afirman que es de poco después de que los policías usaron las mangueras para dispersar a la turba (eso fue a las 17:15), por el chorro de agua de la puerta derecha, pero esto no es posible; los atacantes ya campan a sus anchas en la planta baja y, al menos, en la primera. El resto de personas en la calle están en actitud pasiva sugiriendo que todo el que haya querido entrar ya lo hizo, y el hombre en el alféizar de la ventana del segundo piso es, con toda probabilidad, un amotinado porque las personas en la calle no le prestan atención y este parece estar hablando con alguien en concreto. En este caso la policía ya habría abandonado la segunda planta hacia la tercera o la cuarta (eso fue más tarde de las 18:00). Todavía no se ve ninguna señal de fuego o humo pero la parte central del edificio es abierta hasta la cúpula superior por lo que no se puede descartar que este se esté iniciando (eso fue sobre las 20:00). Quizá el chorro pueda ser debido a un intento de los policías, mientras se inicia el fuego, de dejar correr el agua contraincendios del piso en el que están por las plantas del edificio y el agua que se ve en la foto esté saliendo por un conducto de ventilación. En ese caso la foto podría haber sido hecha en torno a las 20:00. Muchas personas salen muy movidas a pesar de estar caminando tranquilamente, lo que demuestra una velocidad de obturación lenta y que hay menos luz de la que en realidad parece. El hombre que sale movido de los cuatro que hay en la puerta izquierda está arrastrando un panel que podría hacer pensar que es para avivar el fuego, sin embargo ese panel parece estar chamuscado por el lado izquierdo. Es poca información y muy confusa para poder determinarle una hora aproximada, aunque me inclino a algo cercano a las 20:00.
–20:00. Poco después de esta hora comenzaron a disparar contra la policía en el interior del edificio y siete agentes recibieron heridas de bala aunque ninguna de ellas de gravedad. Es el primer ataque con armas de fuego contra la policía.
Quizá sea en este momento, cerca de las 20:00, cuando testigos situados entre la 17ª y Farnam, al noreste, afirman que algunos bomberos ya estaban apostados en la 17ª y en el césped del lado norte del edificio, incapaces de apagar el fuego sin mangueras, cuando se escuchó un tiroteo y algunas balas impactaron en edificios de los alrededores, justo por encima de las cabezas de amotinados y transeúntes. Probablemente balas perdidas del ataque del párrafo anterior.
Louis Young, de dieciséis años, el líder que los testigos calificaron como el más intrépido de todos, lideró el primer grupo que se encaminó hacia los calabozos pero recibió un disparo en el corazón y murió al instante.
Un histórico cañón de guerra expuesto en la planta inferior fue usado como ariete para derribar puertas, quedando destrozado. En las fotografías de esos días aparece muy deteriorado y cubierto por todos los trozos de mangueras que habían sido cortadas.
–20:30. El fuego comienza a propagarse a cada vez más estancias del edificio.
Desde este momento y hasta el desenlace ya no hay referencias horarias en ninguna fuente y la única que hay, es poco consistente.
Muchas personas ajenas al motín quedaron atrapadas en medio del caos, a varios hombres se les disparó y las mujeres fueron tiradas al suelo y pisoteadas por interponerse ante la turba.
Todas las fuentes afirman que muchas de las personas que estaban alrededor del edificio eran simples curiosos que no participaron, pero eran una minoría entre la muchedumbre.
Según una versión, en la 17ª con Douglas, en una esquina del edificio inmediato al palacio de justicia, James Hykell, un respetado hombre de negocios de cuarentaisiete años fue asesinado a tiros. Según la tesis universitaria de Arthur V. Age, de 1964, sobre este motín, citando a otra fuente, Hykell murió liderando uno de los grupos de ataque dentro del edificio.
En las calles de los alrededores, los grupos organizados y liderados continúan sembrando caos y violencia.
Según el Evening World-Herald, dos jóvenes negros perseguidos por uno de estos grupos consiguen subirse a un coche en marcha pero la banda fue capaz de detenerlo poniéndose delante. Cuando los sacaron del coche, Johnny Lee, un boxeador local, consiguió separarlos del grupo y meterlos a salvo en otro coche dirección norte.
Un conductor de tranvía que llevaba a un hombre negro de pasajero, cuando uno de estos grupos se aproximó a detenerlo, abrió su puerta de golpe, dándoles en plena cara y saliendo de allí a la máxima velocidad del vehículo aprovechando la cuesta abajo.
En el edificio, los policías estaban defendiendo con efectividad las escaleras pero cada vez más atacantes estaban entrando por las ventanas, usando las escaleras de los bomberos.
Según la tesis de Age, sobre las 23:00, el alcalde Smith salió por una de las puertas laterales que da a la 17ª, en el lado este. Justo en ese momento se escuchó un disparo y un joven con uniforme del ejército gritó: «me disparó; el alcalde Smith me disparó». La multitud se abalanzó sobre el alcalde y este se encaró y luchó con ellos. Un hombre le golpeó con un bate de béisbol en la cabeza y otro le colocó una soga al cuello y comenzaron a arrastrarlo hacia la calle Harney, donde está el grueso del asedio al edificio.
Tanto The Monitor como el Bee escriben que el alcalde salió al exterior por esa misma puerta pero con intención de dialogar con los alborotadores; no citan ningún disparo. El diálogo se inició pero unos exaltados acabaron abalanzándose sobre él, desencadenando los mismos hechos del párrafo anterior, también afirmando que el alcalde les plantó cara cuando se abalanzaron sobre él. Esta versión no menciona la hora y, dejando abierto que pudo ocurrir antes de las 23:00, la hace más consistente con hechos que se mencionarán más adelante.
Un hombre llamado Leonard Weber afirmaría más tarde que fue él quien golpeó al alcalde cuando se abalanzaron sobre él pero no con un bate de béisbol, si no con un arma.
Varias versiones afirman que el alcalde dijo mientras era arrastrado: «si tenéis que colgar a alguien, que sea a mí». También: «no, no entregaré al hombre» y «defenderé la ley aunque sea con mi propia vida».
Algunos entre la muchedumbre empezaron a gritar que lo colgaran.
Ya en la esquina con Harney, mientras era arrastrado, una mujer extendió la mano y consiguió quitarle la soga del cuello pero otro hombre se la volvió a colocar.
Un grupo de hombres que no estaba participando en el motín abordó a los que estaban arrastrando al alcalde, consiguieron rescatarlo y lo metieron en un coche policial pero la multitud lo volcó y lo volvió a capturar. Posteriormente incendiarían ese vehículo.
Después de volver a capturarlo, aún en la esquina de la 17ª con Harney, se dispusieron a ahorcarlo.
Según una versión, el agente estatal Ben Danbaum, acompañado por los detectives locales Al Anderson, Charles Van Deusen y Lloyd Toland, se abrió paso entre la multitud con un coche, acelerando a gran potencia. Sujetaron al alcalde mientras Russell Norgaard, un transeúnte, quitaba la soga del cuello del alcalde. Lo introdujeron en el coche y lo llevaron a toda velocidad al hospital Ford, donde se debatió entre la vida y la muerte durante varios días hasta que al final se recuperó.
Fuentes como los registros históricos oficiales del estado de Nebraska afirman que el rescate del alcalde fue por iniciativa exclusiva de Norgaard, que lo sujetó y al mismo tiempo le quitó la soga, acudiendo después el coche con Danbaum y los demás para ayudarle y llevar al alcalde al hospital.
Un testigo anónimo aseguró más tarde que quien quitó la soga del cuello del alcalde fue un hombre llamado James P. Hoctor, y no Norgaard.
El Bee decía al día siguiente que el alcalde, aunque llevaba la soga al cuello, no llegó a ser colgado porque, aunque lo intentaron, la cuerda era demasiado corta y la gravedad de sus heridas se debía a que fue golpeado en la cabeza en varias ocasiones. También dice que muchos entre la turba gritaron que no estaban allí para matar al alcalde, lo que quitaría toda relevancia a quién le quitó la soga del cuello. Sí que confirma que cuando desistieron de ahorcarlo, un coche apareció a toda velocidad y se lo llevó de allí.
Por su parte, el The Monitor afirma que lo llegaron a colgar pero un hombre vestido de forma elegante cortó la cuerda con un cuchillo y salió corriendo. Un grupo de policías armados apareció rápidamente, rodearon defensivamente al alcalde y lo metieron en un coche, tan rápido que a los atacantes no les dio tiempo a reaccionar.
A pesar de la diversidad de versiones sobre el rescate del alcalde, todas ellas en vez de contradecirse podrían estar, en realidad, complementándose, teniendo en cuenta que provienen de entrevistas a testigos, independientemente de que algunos las hayan podido adornar más o menos.
Sería una versión coherente y que no contradice ninguna de las anteriores que, una vez en la esquina de la 17ª, intentaran ahorcarlo y un hombre (el hombre elegante) cortara la cuerda, quizá ya con muchos recriminando que el alcalde no era su objetivo. En un segundo intento, ya con más entre la multitud gritándoles que no estaban allí para matar al alcalde y ya con la cuerda demasiado corta para ser colgado, desistiesen del intento y perdiesen el interés en Smith, momento en el que un transeúnte (Norgaard o Hoctor) le quita la soga del cuello y un grupo de policías aprovecha para sacarlo de allí con más o menos espectacularidad.
Durante su convalecencia, el personal del hospital afirmó que el alcalde, entre delirios, seguía diciendo: «no lo atraparán; el gobierno de la mafia no prevalecerá en Omaha». Quizá aparente una afirmación más de apoyo al paciente que algo veraz, sin embargo varias fuentes coinciden en esto.
En caso de ser verdad, podría confirmar que el alcalde Smith estaba convencido de que todo el motín era promovido por Dennison para acabar con él.
Mientras tanto, el fuego en el edificio se había extendido a la tercera planta dificultando cada vez más la salida de los policías, que estaban en la cuarta, donde la situación comenzaba a ser desesperada. Los agentes, ante la idea de morir quemados, comenzaron a suplicar ayuda pero la multitud les respondió con disparos, insultos y maldiciones. «Traed a Brown con vosotros y podréis bajar», les gritaron.
Frustraron todos los intentos de colocar escaleras de bomberos para salvar a los atrapados.
En el interior, uno de los líderes gritó «no permitáis que salga nadie», y hombres armados se colocaron en cada salida del edificio.
En el segundo piso del edificio, donde habían quedado atrapados los tres policías con el reportero o el secretario, a la desesperada ante el intenso calor, consiguieron hacer un boquete en la pared por donde pudieron salir. Fueron tiroteados por la muchedumbre pero lograron sobrevivir. Ninguna fuente afirma a dónde se dirigieron tras escapar pero si fueron tiroteados probablemente fueran hacia donde estaban el resto de sus compañeros.
Varios hombres arrojaron frascos de formaldehído a las escaleras, cuyos perjudiciales gases se elevaron hasta el cuarto piso, dejando a dos de los policías con dolorosas afecciones por las que sus compañeros no pudieron hacer nada por ayudarles.
Después de eso, uno de los policías consiguió ponerse en contacto por teléfono con su familia. Desde ese momento, todos los policías llamaron a sus casas para despedirse.
Tras eso, el sheriff Clark decidió llevar a todos los policías con los ciento veintiún prisioneros, al tejado del edificio.
Will Brown, por quien la turba seguía vociferando y según relataron no paraba de decir «soy inocente. Yo no lo hice; Dios mío, soy inocente», entró en pánico. Varias mujeres presas también entraron en pánico y algunas de ellas comenzaron a arrancarse el pelo desde la raíz, a gritos.
Algunos testigos afirman que otros presos intentaron arrojar a Brown desde el tejado pero los ayudantes del sheriff, Hoye y McDonald, lo impidieron.
El sheriff intentó dispersar al grupo de mujeres, que permanecían juntas, por temor a que su peso concentrado hiciera colapsar el sobrecalentado tejado pero estas se negaron a separarse.
The Monitor afirma que cuando accedieron al tejado fueron tiroteados desde las ventanas de los edificios colindantes, hiriendo a tres presos y viéndose obligados a volver al cuarto piso. Esta versión no cita que intentaran arrojar a Brown a la calle ni que él y las mujeres entraran en pánico.
El sheriff Clark negoció exitosamente con los atacantes que permitieran salir del edificio a las mujeres presas (se habla de quince). Estas corrieron escaleras abajo entre las llamas y un espeso humo, y algunas de ellas se desmayaron por el camino, quizá también por el formaldehído. Varios miembros de la turba las ayudaron a salir y ponerse a salvo.
La multitud en el exterior y en las plantas bajas se enfureció mas aún al ver salir a las mujeres presas y vertió más gasolina en el edificio. El fuego ganó intensidad, propagándose más rápidamente hacia la parte superior del edificio.
Entonces se produjo uno de los sucesos más extraños de todo el proceso.
Desde el cuarto piso hacia el lado oeste del edificio, a la 18ª, alguien de quien se desconoce su identidad, desde una estancia llena de humo lanzó tres trozos de papel:
- En uno decía: «El juez dice que entregará al negro Brown. Está en el calabozo. Hay 100 prisioneros blancos en el tejado. Salvadlos».
- En el segundo: «Venid al cuarto piso del edificio y os entregaremos al negro».
- No hay ningún registro de lo que decía el tercer papel pero probablemente repitiese uno de los anteriores mensajes, o en realidad sólo se lanzaron dos.
Es cierto que el juez de guardia era uno de los que estaban dentro del edificio pero lo de estos papeles es realmente extraño y no hay referencias posteriores que aclaren quién los arrojó. Más extraño aún es que afirme que Brown está en el calabozo (cuarta planta), al mismo tiempo que los demás presos están en el tejado, y en la segunda nota sugiere que están en la cuarta planta. Nada de esto confirma ninguna versión conocida de dónde estaban en esos últimos momentos y sólo arroja más confusión sobre la situación real ahí arriba.
La multitud aplaudió y gritó de júbilo ante el mensaje de que Brown les iba a ser entregado.
Varios hombres jóvenes colocaron escaleras de bomberos en ese lado del edificio, dando acceso a una zona del segundo piso a donde el fuego no había llegado. De los que subieron, un hombre llevaba un largo rollo de cuerda y otro una escopeta. Se colocaron varios coches con las luces apuntando hacia allí para alumbrar el acceso por la escalera.
La muchedumbre aplaudió y gritó de júbilo nuevamente mientras los hombres subían la escalera.
Todas las fuentes de la época dan versiones completamente diferentes sobre quien entregó a Brown; policías, presos blancos y presos negros se acusan entre sí.
Según los periódicos, los líderes que fueron a atrapar a Brown afirmaron que por el humo no pudieron ver quién se lo entregó.
Estas afirmaciones invitan a pensar que en los últimos momentos pudo haber algún tipo de negociación entre los líderes atacantes y los defensores con un tácito pacto de silencio.
Esto, junto con lo confuso de los papeles arrojados, hace inevitable pensar que lo que sabemos de los últimos momentos en el interior del edificio antes de la entrega de Brown, es información sin ninguna fiabilidad y todos, o casi todos, mintieron sobre eso. Sin duda fueron momentos de extrema tensión y desesperación.
Dos o tres minutos después, por las puertas del lado sur, en Harney (la tesis de Age dice que fue por las escaleras de bomberos en el lado oeste), los hombres salían con Brown capturado, seguido de grandes gritos de júbilo y disparos al aire.
Brown fue golpeado salvajemente en el breve trayecto hasta el lugar donde sería ahorcado y, sangrando profusamente, no dejó de clamar por su inocencia. El The Monitor afirma que lo hizo en silencio. Algunos testigos afirmaron que ya estaba inconsciente por los golpes cuando llegó al poste donde iba a ser colgado.
En apenas otro par de minutos desde que fue sacado del edificio, Brown estaba ahorcado, colgando de un poste de teléfono en la esquina de Harney con la 18ª. Fue tiroteado decenas o centenares de veces con pistolas y escopetas mientras estaba colgado, la tesis de Age dice que hasta que se le empezaron a salir las entrañas, impactando muchos de los disparos en las paredes y en los cristales del edificio detrás de él.
Esta escena fue observada por hombres y mujeres de todas las edades, niños de corta edad, madres con bebés en brazos… Todas las fuentes coinciden en que no todos estaban allí disfrutando del espectáculo pero eran miles los que sí lo hacían.
En uno de estos edificios colindantes, un joven de catorce años llamado Henry Fonda, junto a su padre, desde dentro de la imprenta que este regentaba, asistía horrorizado al linchamiento; un hecho que lo marcaría de por vida. Se desconoce la ubicación de la imprenta, al igual que no se menciona en ninguna fuente ni testimonio en cuál de las cuatro esquinas de Harney con la 18ª fue ahorcado Brown. Nos pararemos en este detalle más abajo.
Varios testigos y el The Monitor afirman que Brown fue ahorcado alrededor de las 23:00 y son las únicas fuentes que dan una hora para el ahorcamiento, lo que apoyaría la segunda versión sobre el intento de linchamiento del alcalde que se mencionó más arriba; la que afirma que salió a la calle a intentar dialogar con los alborotadores sin decir a qué hora. En realidad no parece consistente considerar que el alcalde saldría pegando tiros ante miles de personas sedientas de sangre. Además, el relato sobre como se abalanzaron sobre él y lo arrastraron hasta la esquina de Harney con la 17ª es muy detallado y la única parte coincidente entre las dos versiones, y ninguna de ellas menciona que hayan tenido que desarmar al alcalde.
Unos veinte minutos después descolgaron el cuerpo de Brown cortando la cuerda y dejándolo caer desde lo alto. Ya en el suelo patearon su cuerpo, luego lo ataron a la parte trasera de un coche de policía robado y lo arrastraron lentamente por la calle entre la multitud, como trofeo, hasta la intersección de la 17ª y Dodge, tres manzanas al norte de los juzgados.
El Bee escribe que el coche sólo lo arrastró lentamente unos pocos metros hasta que fue desatado y que fueron muchos hombres de la turba, todos los que cabían en el trozo de cuerda, los que lo arrastraron a pie. Primero lo llevaron hasta la 19ª, luego hasta Farnam, luego hasta la 18ª, luego hasta Douglas, luego hasta la 17ª y finalmente hasta el cruce de esta última con Dodge. Lo detallado del trayecto y la coincidencia en el destino con el The Monitor le da credibilidad a esta versión.
Tanto el Bee como el The Monitor coinciden en decir que tenían intención de arrastrar el cuerpo hasta el distrito norte, donde vive la mayor parte de la población negra de la ciudad. En algún momento, una persona se subió al capó de un coche y comenzó a gritar a la multitud que allí todos les estaban esperando armados hasta los dientes y que sería mejor enfrentarse a ellos al día siguiente, bien preparados. Todos estuvieron de acuerdo. Fuera con la intención que fuera, esa charla evitó que la noche acabara en una matanza de decenas o centenares de personas.
Aún en la esquina de la 17ª con Dodge, varios miembros de la turba robaron el queroseno que se usaba para las luces rojas de señalización de obras en las calles y rociaron el cuerpo de Brown con él, prendiéndole fuego en una pira pública en medio de la calle.
En esta foto, prueba de que la vileza humana no tiene límites, la turba posa orgullosa ante el cuerpo de Brown todavía en llamas. Se puede ver que incluso varios de ellos, especialmente los del lado izquierdo, sonríen divertidos. Uno de los primeros por la derecha es un niño. Hay una segunda foto de este momento que no publico porque es demasiado parecida pero con mala calidad, en la que hay varios hombres vestidos con pajarita y una elegante mujer de mediana edad con sombrero, sonriendo, en primera fila ante el cuerpo de Brown.
El The Monitor dice que fue arrastrado por el distrito posteriormente a ser quemado en la esquina de la 17ª con Dodge pero sin dar más detalles; hecho no demasiado probable visto el estado de los restos de Brown.
La turba volvió en tres ocasiones más al edificio amenazando con avivar más el fuego para quemarlo por completo, aunque al final no lo hicieron. Sólo una fuente habla de cómo salieron finalmente los que quedaban en el edificio. La tesis de Age, citando al Evening World-Herald, afirma que sólo pudieron salir con la llegada de las tropas federales.
Al terminar el motín, además de Will Brown, sólo Louis Young y James Hykell habían muerto y hubo cincuentaiséis heridos.
El interior del edificio de los juzgados, valorado en un millón y medio de dólares de la época, estaba en buena parte calcinado ya después de haber sido vandalizado casi en su totalidad.
Testigos afirmaron que trozos de la cuerda con la que colgaron a Brown se vendían a diez centavos.
Entre la medianoche y la una de la mañana (no hay información precisa sobre la hora), tanto según de The Monitor como el Bee, trescientos veinte soldados federales patrullaban ya las calles de Omaha reportando que todo había terminado y estaba tranquilo. En el transcurso del día se fueron uniendo más tropas hasta alcanzar un número de entre mil seiscientas y mil setecientas de las cercanas Fort Omaha y Fort Crook (puede que desde algún punto más).
Se apostaron con ametralladoras pesadas y cañones en diversos puntos del distrito comercial, en los principales accesos a North Omaha, donde vivía la mayor parte de la comunidad negra de la ciudad, a modo de protección. También en South Omaha, de donde partieron los grupos más numerosos que formaron la turba el día anterior.
En la imagen de arriba, tropas federales en Omaha tras el linchamiento.
No se proclamó oficialmente la Ley Marcial pero se llevó a cabo a todos los efectos.
El último destacamento permaneció en Omaha hasta el 15 de Noviembre.
En los periódicos, tras el linchamiento, el The Monitor se refiere a William Brown como «el acusado de agredir a Agnes Loeback». El Bee, en portada se refiere a él como «el negro que asaltó a la chica», y titula las páginas dos y tres con «El hombre de color asaltante de Agnes Loeback paga por su crimen».
En ese mismo número del día siguiente al linchamiento, lunes, el Bee, en el editorial que hace un resumen de la semana que empieza, en la página cuatro, comienza con la frase: «Ahora a por una semana de diversión de Carnaval», refiriéndose a una fiesta anual de Omaha que coincide en esas fechas pero que en realidad sería cancelada, dada la situación.
El 2 de Octubre, sólo cuatro días después del linchamiento, el Bee publica otro incendiario artículo sobre una mujer raptada y mutilada por un hombre negro. El propio jefe de policía confirmó que esa mujer había sido asaltada pero que ni había sido mutilada, ni había denunciado que su atacante fuera un hombre negro.
El Bee dejó muchas otras perlas en los siguientes días ante todas las acusaciones que se vertieron sobre ese periódico.
En un artículo de opinión sobre lo ocurrido, una periodista de The Monitor refiere a diversas y salvajes violaciones cometidas por hombres blancos sobre jóvenes blancas e incluso niñas en fechas recientes, sin que ninguna turba haya ido a por ellos.
El Evening World-Herald escribió un artículo editorial de denuncia sobre las causas y los causantes que fue merecedor de un premio Pulitzer en 1920 («Law and the Jungle», por Harvey E. Newbranch). El The Monitor lo reprodujo en sus páginas.
El juicio
La policía elaboró una lista con trescientos sospechosos con Milton Hoffman a la cabeza, el hombre de confianza de Dennison y novio de Agnes Loeback, quien dirigió a la primera gran turba que llegó desde el lado sur y a quienes azuzó sin descanso cuando se inició el ataque.
Un considerable número de arrestados (nadie menciona una cantidad), habían venido de otras ciudades.
También se supo después que, tras la acusación a Brown, Hoffman salió de viaje pero regresó justo antes de iniciarse el motín.
Dennison sacó a Hoffman de la ciudad antes de que pudieran arrestarlo y se fue a Denver.
En Denver se casó con Loeback, probablemente en 1923, y más adelante volverían a Omaha, donde pasaron el resto de su vida. Agnes murió en 1966 y Milton en 1982.
Durante el juicio se acusó directamente al Bee como incitador y tanto su presidente como otros cargos declararon en él, sin embargo salieron muy bien parados en la sentencia y sólo un empleado fue condenado por un cargo menor.
De las trescientas personas sospechosas entre las que se encontraba el hermano de Agnes Loeback, fueron finalmente acusadas ciento veinte. De todas ellas la inmensa mayoría nunca fueron arrestadas ni cumplieron penas de prisión.
El arrestado más joven, Sol Francis, tenía tan sólo doce años. Estaba acusado de intentar liderar un grupo de ataque hacia el interior del edificio.
El jurado se quejó de los innumerables obstáculos en la investigación y del silencio de los testigos.
En el informe final del jurado sobre las causas del motín se nombraron decenas de motivos como la crisis económica, las huelgas, el desprecio por la autoridad, las consecuencias de la reciente guerra e incluso el bolchevismo y el comunismo. El racismo no aparece en ningún punto de ese informe.
Varios miembros del jurado se negaron a dictaminar muchas condenas de culpabilidad.
Dos acusados que se declararon culpables de participar en el asalto al edificio señalaron a un reportero del Bee como un participante activo en el motín.
En el juicio, un arrepentido de la banda de Dennison afirmó que este alardeaba de que personas de su equipo se maquillaban como negros para perpetrar ataques a mujeres, amparándose en la oscuridad de la noche. La policía confirmó que entre los detenidos había uno que llevaba guardado ese maquillaje.
Ya previamente al linchamiento, entre una parte de la población de Omaha también era común el rumor de que los supuestos ataques de hombres negros a mujeres blancas, eran en realidad perpetrados por blancos maquillados para parecer negros.
La investigación del general Wood al mando de las tropas federales también descubrió que ese día los taxis crearon una línea especial para llevar gente a los juzgados.
En las primeras semanas tras el motín, las acusaciones contra Dennison como principal cerebro o instigador fueron tratadas como teorías de conspiración sin fundamento. Sin embargo varios líderes civiles sí lo señalaron públicamente desde el primer día, tanto a él como al Bee.
Varios oficiales de policía de Omaha dijeron que era ridículo relacionar a Dennison con el motín, asegurando que todo se inició como una escalada de violencia fortuita.
El hecho de que el primer gran grupo, el que fue liderado e instigado por Hoffman, se comportara de forma amistosa con los policías que enviaron el informe de que la situación era pacífica pero después fue uno de los grupos más activos y organizados para empezar el motín cuando ya había miles de personas, hace inevitable pensar que todo estaba previamente planificado, refutando la idea de que se inició de forma fortuita. Grupos liderados hacia el interior del edificio y grupos liderados patrullando las calles hacen muy difícil creer que no estaba planificado.
Diversas acusaciones se vertieron entre las instituciones. El ejército culpó a la policía de no haber actuado con más contundencia cuando la primera turba llegó al palacio de justicia. También se culpó al alcalde Smith al ser este el responsable de la policía. Otros culpan a la tardanza en actuar de las tropas federales, teniendo en cuenta que la petición para movilizarlas la debe de hacer el gobernador del estado, que estaba de viaje e ilocalizable, directamente al presidente, entonces Woodrow Wilson, que acababa de sufrir un derrame cerebral. La segunda opción era la Oficina de Guerra pero el general que podía autorizar la movilización también estaba viajando en tren.
Por cantidad, la mayor parte de las culpas recayeron en la policía. Mi opinión sobre esto es que, independientemente de que hubiera policías a sueldo de Dennison, todos estaban siendo atacados por la turba. Aunque hubieran actuado con más contundencia en los primeros momentos, eso no es ninguna garantía de que se hubiera frenado todo aquello. Posiblemente incluso habría enervado más lo ánimos y hubieran empezado antes los actos de violencia; algo que, dadas las circunstancias que ahora conocemos, me parece más probable.
Cuando comenzaron a llegar los refuerzos, hacia las 16:15, la situación todavía no era violenta pero no había nada que todos los cuerpos de seguridad de la ciudad juntos pudiesen hacer contra más de diez mil personas asediando un edificio. Es posible que la policía no lo haya hecho todo perfecto pero no se les puede responsabilizar en absoluto de lo ocurrido. Tal y como ocurrieron los acontecimientos, creo que el único hecho determinante que podría haberlo frenado, es la incertidumbre sobre si se solicitó ayuda federal demasiado tarde o si estos tardaron demasiado en llegar por la burocracia. Algo que se sabe a ciencia cierta es que varios generales al mando de tropas federales cercanas sabían lo que estaba ocurriendo en Omaha y se estaban ofreciendo, preparados ya para salir, pero no lo pudieron hacer por no recibir el consentimiento del mando correspondiente.
Independientemente de eso, los culpables de verdad fueron sin duda los instigadores y los que asediaron el edificio y asesinaron salvajemente a Will Brown.
La mayor parte de las investigaciones independientes posteriores concluyeron que la principal causa original fue la asociación de Dennison con el Bee para acabar con el alcalde Smith.
Los indicios de que el motín fue algo organizado y premeditado son abrumadoramente mayores que los que lo tratan como algo fortuito.
Ni Dennison ni nadie de su entorno cercano fueron condenados por el motín.
De los pocos que fueron condenados por los hechos, ninguno cumplió más de quince meses de prisión.
Los dos únicos acusados específicamente por asesinar a Brown fueron finalmente absueltos.
El poste y la imprenta
El genial actor Henry Fonda fue durante toda su vida un firme defensor de los derechos civiles. Una de sus películas más famosas, «The Ox-Bow Incident», trata sobre un linchamiento. «12 Angry Men» y «Advise and Consent», aunque no tratan específicamente sobre linchamientos también tienen relación con injusticias parecidas o sobre juicios sesgados.
En realidad, esta pequeña anécdota sobre Henry Fonda y la simple curiosidad por encontrar la ubicación donde podría haber estado la imprenta, es la que me ha incitado a encontrar en cual de las cuatro esquinas de Harney con la 18ª fue ahorcado Brown, detalle que no se especifica en ningún registro histórico ni testimonio.
El actor afirmó que la imprenta daba a la plaza del palacio de justicia y que «subieron las escaleras hasta la planta» donde estaba esta, por lo que era, al menos, un primer piso, y que desde allí pudo ver a Brown ahorcado. La plaza está en el lado norte del edificio de los juzgados, calle Farnam, pero no puede ser justo frente a él porque entonces había dos edificios que no eran comerciales. En el lado izquierdo de esa manzana, haciendo esquina con la 18ª estaba el llamado edificio City Hall, que había sido el antiguo ayuntamiento y en aquél momento servía como apoyo al nuevo en tareas administrativas municipales. El de la derecha, haciendo esquina con la 17ª, era casualmente el edificio del Bee (Bee Building). Ambos edificios fueron demolidos en 1966.
En la esquina noroeste del cruce de Farnam con la 18ª había en aquélla época un edificio comercial de dos pisos que podría coincidir perfectamente con la ubicación de la imprenta. La segunda opción es el edificio de la esquina suroeste, anexo al antiguo Hotel Keen, y también comercial y de dos pisos, todos ellos demolidos hoy en día.
En lo que respecta a Brown, según una fotografía del poste donde fue ahorcado en la que se ven algunas ventanas del edificio de detrás con disparos de bala, las formas de esas ventanas sólo pueden coincidir con el edificio de la esquina suroeste de Harney con la 18ª. El Hotel Keen en la noroeste, los juzgados en la noreste y el edificio Y.M.C.A. en la sureste, no coinciden ni las ventanas, ni el material, ni los resaltes de la pared con lo que se ve en la foto del poste.
En una de las imágenes que he encontrado del edificio Y.M.C.A. de aquellos años, se puede ver al fondo, muy parcialmente, el edificio de la esquina suroeste (la única en la que lo he encontrado) y, a pesar de que sólo se ve un pequeño fragmento, es suficiente para ver en él un tipo característico de ventanas, unos ladrillos salientes también muy característicos y unos resaltes y alféizares que coinciden exactamente con los de la foto del poste.
La dirección de las luces y las sombras apoyan esta hipótesis pero no entraré en ese detalle sin la foto delante, que no puedo publicar por tener derechos de autor.
Me atrevo a decir incluso que el edificio actual, que aparenta diferente y nuevo, es en realidad el mismo de entonces pero restaurado, ya que los resaltes y las características tres ventanas de las esquinas, una muy estrecha, otra más ancha y otra muy estrecha, son exactamente iguales en proporciones que en la foto del poste de la época y están a las mismas distancias entre ellas y también con respecto al resalte.
Aunque tanto las posibles ubicaciones de la imprenta como el poste donde ahorcaron a Brown están ambas en el lado oeste de sus respectivos cruces, tenía una visión suficientemente clara. Recordemos en este punto que el tramo de la 18ª a la altura de los juzgados, en 1919 era una calle abierta al tráfico igual que la 17ª. Una particularidad que aún puede verse hoy en día es que en la 18ª, a partir de Harney hacia el norte, las parcelas edificadas son notablemente más estrechas y desplazadas hacia el oeste que las que están al sur, lo que hace que desde las esquinas oeste de Farnam con la 18ª haya una visión suficientemente clara de la esquina suroeste de Harney con la 18ª.

Con toda probabilidad, donde está actualmente este semáforo es donde fue ahorcado Will Brown y detrás, el edificio con las características tres ventanas de la esquina con diferentes anchuras seguidas del resalte. Pulsando en este enlace irás a la ubicación en Google Maps y Google Street View, con una visión a pie de calle de esta ubicación y los juzgados en la esquina opuesta.
Consecuencias y conclusiones
Me he referido en varias ocasiones a los ataques y violaciones cometidos por hombres blancos maquillados para parecer negros. Esto no debe de ser tomado como un intento personal de sugerir la inocencia de Brown si no que lo presento como un acto generalizado y premeditado de condicionar la opinión pública en contra de la comunidad afroamericana. Se presentaron pruebas contra él aunque todas eran circunstanciales; si fue culpable o no, nunca lo sabremos, sin embargo, para el caso, es irrelevante; aunque fuera culpable, eso debería haber sido decidido en un juicio justo y ser absuelto o condenado por un juez.
Dos días después del linchamiento de Will Brown, el 30 de septiembre, en una zona rural de Arkansas, en los alrededores de una localidad llamada Elaine, murieron entre cien y doscientos treintaisiete negros y cinco blancos en el peor de todos los ataques de ese Verano Rojo, en el que fue conocido como la Masacre de Elaine.
El 3 de Octubre, el general Wood a cargo de las tropas en Omaha, declaró en una conferencia universitaria: «Uno de los primeros pasos hacia la preservación de la ley y el orden debería ser la supresión de una prensa podrida, donde la haya». Este mismo general afirmó tras sus investigaciones que el motín había sido un ataque organizado.
El presidente Wilson ya había pronunciado un discurso ese pasado verano en contra de los linchamientos y la violencia racial, y varias comisiones analizaron el problema con la intención de erradicarlo.
A pesar de eso, la primera ley contra los linchamientos en Estados Unidos la firmó el presidente Joe Biden en 2022.
En 1921 el Ku Klux Klan estableció una célula en Omaha.
El candidato propuesto por Dennison ganó en las siguientes elecciones a la alcaldía tras el linchamiento, derrocando a Edward Parsons Smith, y era nada más y nada menos que «el alcalde perpetuo», Jim Dahlman, otra vez.
El poder de Dennison aumentó todavía más después del motín, llegando a tener influencia sobre legisladores estatales. Varias leyes estatales fueron aparcadas por no tener el visto bueno de Dennison. Abrió más oficinas en Omaha, además de la de Sporting, y las conectó mediante túneles.
Durante la Ley Seca que comenzó al año siguiente, Dennison creó una alianza con Al Capone en Chicago.
Dirigió el edificio Flatiron de Omaha, en la avenida St. Mary, sólo una calle más abajo del palacio de justicia, donde daba refugio a mafiosos de Kansas City, Chicago y San Luis, que huían de la justicia. Aún en pie hoy en día, lo puedes ver en la foto con los nombres de las calles como un edificio de forma triangular.
El reinado de Dennison en Omaha se alargó durante más de treinta años, desde el comienzo del siglo hasta su muerte.
Salió absuelto de innumerables juicios a lo largo de su vida y siempre se declaró inocente de cualquier delito.
Acerca de Will Brown no se sabe prácticamente nada más que su nombre y que, según él mismo dijo, trabajaba acarreando carbón en un negocio local. No se sabe dónde ni cuando nació (todas las estimaciones le suponen cuarenta o cuarentaiún años), ni si estaba casado, ni quiénes eran sus padres.
Dennison murió en 1934 a los setentaicinco años en un accidente de coche durante una visita a socios suyos en California. A su funeral, en el cementerio Forest Lawn de Omaha, acudieron más de mil personas. El cortejo fúnebre hacia el cementerio estaba formado por ciento ocho coches.
El miércoles 1 de Octubre de 1919, William Brown fue enterrado en una fosa común y sin placa en el cementerio Forest Lawn de Omaha, estado en el que permaneció hasta el año 2009, cuando se localizaron sus restos gracias al californiano Chris Hebert, que conoció el caso viendo la entrevista en televisión a Henry Fonda. Hebert también donó su propio dinero para que se le pusiera una placa con nombre.
En el registro del día del entierro en 1919, junto a su nombre sólo aparece la palabra «Lynched» (linchado).
FIN
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- El apellido de Agnes Loeback aparece de forma habitual en los artículos periodísticos de esos días y en posteriores informes, escrito como Loebeck (aún en la actualidad) y en menor medida como Lobeck, sin embargo en los registros oficiales sobre la familia y en la genealogía familiar, su apellido está escrito como Loeback. También, Milton Hoffman aparece nombrado esos primeros días como Millard Hoffman, aunque posteriormente este error sería corregido. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
Bibliografía:
Nebraska State Historical Society. nebraskastudies.org. Omaha’s Riot in Story and Picture, de The Educational Publishing Company. History Nebraska, Lest We Forget: The Lynching of Will Brown, Omaha’s 1919 Race Riot, de Orville D. Menard. Wikipedia. Tesis universitaria de Arthur V. Age en la Universidad de Creighton, Omaha, 1964. Library of Congress: The Monitor, The Omaha Daily Bee.