Viaje al Gran Cañón. Capítulo 11 - Llegada a la estación Burlington, de Casper

Gran Cañón. Capítulo 11. Final

Carretera 66

Esa noche la pasé en algún lugar entre Guano Point y Peach Springs. Hacia última hora de la tarde del día anterior crucé la parte alta del cañón Meriwhitica, por lo que el cañón Milkweed estará muy cerca de aquí. Estos pequeños cañones hacen que sea mucho más fácil orientarse con los mapas que cuando estás en las mesetas porque son tan amplias que en algunas zonas, sobre todo aquí en el lado lado sur sin apenas formaciones rocosas, puedes no tener un punto de referencia en más de veinte millas [pulsa el 1 para ver nota]1.

Estoy siguiendo camino en dirección sureste sobre una pequeña elevación que hay entre el Gran Cañón, a mi izquierda, y un extenso y suave valle a mi derecha. En dirección oeste-suroeste me parece divisar el Monte Tipton, al otro extremo del valle.

Se habla mucho de la belleza de los atardeceres en el desierto y es completamente cierto, son realmente espectaculares, sin embargo los amaneceres son igual o incluso más bellos. Son hipnóticos. Los colores en el cielo parecen también irreales pero además dan la sensación de optimismo hacia un nuevo día que comienza.

Estoy muy cerca de la carretera 66, sin embargo no creo que llegue en este día. Por este terreno alto no se avanza tan rápido como lo haría por el valle y la meseta pero me gusta más. Los recorridos largos por zonas excesivamente llanas y monótonas son un peso para la mente y el ánimo. No hay buen viaje si no se disfruta del recorrido.

En algún punto entre el cañón Hindu y el Pico Laughing Jack Butte, donde el terreno se allana notablemente, paro a pasar la noche.

Al día siguiente, 6 de mayo del 52, antes de media mañana alcanzo la carretera 66 en algún punto entre Truxton y Peach Springs, uno de los lugares más significativos del viaje aunque de una manera completamente diferente al Gran Cañón. De forma simbólica quería pisar este asfalto a modo de homenaje personal. [pulsa el 2 para ver nota]2.

Viaje al Gran Cañón. Capítulo 11. Por fin alcanzo la Ruta 66, uno de los lugares más emblemáticos de este viaje
La carretera 66 era uno de los lugares más emotivos del viaje
(Personajes y Objetos 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

A simple vista no es más que una carretera cualquiera; una línea de asfalto en medio de ninguna parte. Sin embargo es inevitable pensar en todas las almas que han pasado por esta carretera y por qué. Lo que algo tan pequeño ha significado para centenares de miles de personas que lo perdieron todo al otro lado de las Rocosas, no sólo por la Gran Depresión si no también por el Dust Bowl [pulsa el 3 para ver nota]3. Ambas cosas se mezclaron en una década escalofriante y desastrosa.

Tanta gente que tenía una vida decente, que sacaba adelante a su familia y se forjaba una vida y de repente, de un día para otro te quedas sin nada. Sin nada que llevarte a la boca, sin un techo bajo el que dormir, sin sustento ni ayuda. Nada. Nada más que una carretera hacia una nueva vida; a empezar desde cero en lo que llamaban la Tierra Prometida, en un lugar lejano y desconocido. Muchos de ellos, sobre todo ancianos y niños, no terminaron tan duro recorrido. Tantas familias rotas…

Por estas circunstancias Juan Broad llegó a nuestra casa.

En Jack Pine apenas vimos esto pero sí conocimos algún caso cercano de los que se marcharon, además de otros que nos contaron los vecinos. Recuerdo a los Bauman; gente amable y trabajadora. Como la mayoría de los casos que nos contaron, se fueron de noche; sin despedirse y sin que nadie se enterara. La frustración mezclada con la vergüenza les impedía hacerlo publico. No me cabe la menor duda de que la comunidad les habríamos ayudado a salir adelante si lo hubiéramos sabido pero su orgullo les habría impedido aceptarlo.

Yo apenas tenía unos catorce años cuando los Bauman se fueron. Fue algo que marcó mi juventud. Para mi, hasta ese día en que ma me contó que se habían ido y por qué, la vida era perfecta y mis problemas se reducían al día en que había alcachofas para comer. Aunque me parecía algo lejano, mis padres pusieron mucho empeño en que comprendiera por lo que estaban pasando todas aquéllas personas. Aquel día aprendí que la vida puede ser dura y difícil y que nadie te puede garantizar el mañana.

Después, ya en Los Angeles, sí lo vi de sobra. Todavía quedaban campamentos enteros de trabajadores migrantes por todo el estado de California.

La mayor parte de las personas que lo perdieron todo ni siquiera sabían que los desahucios existían. A nadie en su sano juicio se le habría ocurrido que en cualquier país que presuma de valores, una cosa así pueda existir. Las personas a las que los bancos les perdieron sus ahorros no fueron compensadas de la misma manera en la que los bancos reclamaron las suyas. Así fue como aprendimos que, vergonzosamente, no todos somos iguales ante la ley. Creo que quizá por eso decidí hacerme abogado; como si ingenuamente eso me fuera a dar la capacidad de hacer justicia.

Redención

A poco más de una milla después de alcanzar la carretera, a mediodía llego a Peach Springs. Es el principal pueblo de la Reserva Hualapai. A partir de aquí seguiré en línea recta, más o menos paralelo a la carretera, hasta Flagstaff. Serán unos cuatro días aproximadamente.

He de buscar una tienda de avíos porque no andamos sobrados de víveres. Sacrifiqué espacio para la comida para llevar abundante agua, tanto para mi como para Margaret, ya que estos días está haciendo mucho calor, especialmente en las primeras horas de la tarde, y en esta región la caza es muy escasa.

Hace muchos años que, por influencia de pa, siempre llevo en el petate algunas latas de pemmican [pulsa el 4 para ver nota]4. Es algo que te puede salvar la vida. Sin embargo, si es posible evitarlo, lo evito. No es una comida que se disfrute precisamente y así, además, las guardo para una posible necesidad.

El camino hasta Flagstaff, aunque lo disfruto, se me hace muy cansado. No tanto física como mentalmente. Esta parte ya no tiene tanto de viaje como de recorrido de vuelta y la mente se relaja.

Estoy recorriendo el extremo sur de la meseta del Coconino, la región en la que comencé este viaje, y es muy bella. Aunque todavía no veo grandes árboles, el monte bajo y el matorral que tanto han escaseado en las últimas jornadas van ganando poco a poco tamaño y abundancia. Las temperaturas también se están suavizando, especialmente las de la noche, y eso me ayuda a dormir y descansar mejor. Esta arenisca tan típica ya parece como de la familia.

Cerca de Ash Fork, en las últimas millas del viaje
Últimas millas antes de terminar el viaje
(Personajes 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

En la mañana del sábado 10 de Mayo, ya entre espectaculares bosques de abetos, con una temperatura muy suave y un cielo completamente azul, llego a Flagstaff. Mi tren no saldrá hasta el lunes con lo que tendremos tiempo de descansar un poco.


Ya en el tren de camino a Casper, aunque hay tiempo de sobra, no podemos descansar tanto como nos gustaría. Igual que cuando vinimos, deberemos hacer varios transbordos, alguno de ellos en mitad de la noche, que alteran nuestro descanso y nuestros horarios. Pero hay tiempo de sobra para pensar y hacer balance de lo vivido.

Ha sido un viaje largo, duro y excepcional que además ha acabado significando un gran paso en mi vida; un paso que necesitaba dar. A veces encuentras cosas que no sabías que necesitabas encontrar.

He conocido lugares y personas que nunca olvidaré y he hecho amistades. He visto que en los peores momentos, si miras a tu alrededor encontrarás siempre a alguien que de una u otra manera te podrá ayudar.

Desde Boulder me he dado cuenta de que lo más importante en la vida es el amor que sientes por las personas que te rodean, aunque ya no estén; por tu familia, por quienes jamás te abandonarán. Perder a las personas a las que quieres es lo más duro pero honrar su memoria con la felicidad que ellos te desearían es lo mejor que puedes hacer por ti y por su recuerdo. A Teresa no le gustaría saber que la he convertido en mi pesar.

Hoy, ahora, no comprendo malgastar mi vida en un lamento permanente de la misma forma que no comprendo que se pueda perder tiempo de esta vida en conflictos innecesarios. Pase lo que pase, la vida será todo lo bella que yo quiera mientras esté en mi mano que así sea. No depende de lo que te pasa si no de a qué le das importancia; de mirar hacia adelante en cuanto cicatrizan las heridas. La vida siempre sigue; el tiempo nunca se para y no espera por ti. Y los tuyos están ahí, a tu lado, aunque sea simplemente existiendo.

Todo lo que nos pasa, lo que vivimos, son bloques que van construyendo nuestro carácter y de nosotros depende lo sólidos que sean.

Y además, el mundo está lleno de una belleza sublime.


El jueves 15 de Mayo de 1952 mi tren llega a Casper. Veo a pa y a ma esperando en el andén aunque ellos aún no me ven a mi. Al bajar, en un primer momento no me reconocen por la barba hasta que me ven saludarles y se dan cuenta. Avanzan hacia mi con paso torpe y sonrisa nerviosa. A ma se le cae una lágrima mientras pa y yo intentamos disimular la emoción.

La emoción es el mejor sentimiento que existe. No cambiaría ese momento por nada del mundo.

Viaje al Gran Cañón. Capítulo 11 - Llegada a la estación Burlington, de Casper
En la estación Burlington de Casper
(Personaje 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

Fin


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  1. 20 millas son equivalentes a 32 kilómetros. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  2. Lo que hizo originalmente de la 66 una ruta emblemática, fue el hecho de convertirse en la principal carretera para los trabajadores migrantes (llamados hobos) desahuciados de sus casas o sus tierras durante la Gran Depresión. Para centenares de miles de estas personas de todo el centro del país esta era la carretera que les llevaba a California, a lo que llamaban la Tierra Prometida, principalmente a la recogida de la fruta; el único lugar que a algunos de ellos les acabaría reportando un mínimo de ingresos para subsistir, generalmente insuficientes debido al tamaño de las familias de la época, donde en la misma casa solían convivir hasta tres e incluso cuatro generaciones con varios hijos. Entre la escasez y la dureza que conllevaba ese viaje en aquélla época, muchas personas no consiguieron terminar el recorrido. A lo largo de esta ruta también se formaron muchos de los llamados Hooverville, que eran campamentos de estos trabajadores que por unos motivos u otros no podían continuar o simplemente paraban a descansar, y terminaron por ser pueblos eventuales con hasta miles de personas. En la misma década, a esta carretera y con el mismo objetivo llegaron también las víctimas de la Dust Bowl (siguiente nota). Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  3. Dust Bowl fue como se llamó a una serie de enormes tormentas de arena que se produjeron en las grandes planicies agrícolas del centro del país durante casi toda la década de los 30, acabando con los cultivos y abocando a decenas de miles de agricultores a la quiebra y el consiguiente desahucio por los bancos. Buena parte de la culpa de estas tormentas de arena fue por la sobreexplotación agrícola de esas mismas tierras pero aquéllos granjeros no eran conscientes ni se les informaba sobre ese problema. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  4. El pemmican son pequeñas y ligeras latas de carne y grasa deshidratadas que pueden tardar varios años en caducar y que aportan gran cantidad de energía. Se fabrica comercialmente desde el siglo dieciocho y, originalmente, es un invento de los indios Chipewyan, del norte de Canadá. El ejército de los EEUU lo utilizaba habitualmente en la primera mitad del siglo XX. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎

Este capítulo fue publicado originalmente en Lobo Tactical el 1 de Noviembre de 2020.


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