Viaje al Gran Cañón. Capítulo 2 - Cerca de Pahntom Ranch veo por primera vez el río Colorado

Gran Cañón. Capítulo 2

La Meseta de Coconino

Cuando se empiezan a vislumbrar las primeras luces del día, justo antes de que salga el sol, pasadas unas pocas millas desde Flagstaff en dirección nornoroeste, cuando el cuerpo empieza a perder el calor acumulado en la cama durante la noche, el frescor matutino comienza a transformarse en frío penetrante.

La temperatura debe de rondar los 26°F [pulsa el 1 para ver nota]1, que con el ágil trote de Margaret y una ligera brisa, causa la sensación de ser muy inferior. Todavía se ve mucha nieve acumulada. En el hotel me contaron que la anterior semana pasó un profundo frente frío por la región.

Por los alrededores de Kendrick Mountain, pequeños bosquecillos aquí y allá que acumulan mantos blancos se intercalan con zonas desérticas donde se intuye cada vez más el suelo de arenisca tan típica del condado de Coconino que abarca abarca toda la zona este del Cañón, y donde pasaré al menos las próximas tres jornadas.

Durante el primer día, el sol y las nubes comparten protagonismo, dejando de vez en cuando cortas y ligeras lloviznas y aguanieve, que incluso por momentos se convierten en copos de nieve.

No tengo nada más que contarte de esta primera jornada que transcurre por una zona que, aunque bonita, es ciertamente monótona.


El segundo día comienza también frío.

Hago una gran fogata rodeada de piedras para poder acumular calor. Un café bien caliente me ayudará a afrontar el frío de las primeras horas.

Primera mañana en la meseta de Coconino
Desayunando al raso por primera vez en el viaje. Sigue haciendo mucho frío
(Personajes 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

Todavía en la zona de influencia del extremo oriental de la Meseta de Coconino empiezo a intuir el Bosque Nacional Kaibab, dentro del cual espero una buena jornada antes de llegar, por la tarde, a Grand Canyon Village. Una vez allí, debido al clima de estos días, he decidido que dormiré otra última noche en una cama cómoda.

Antes de media mañana, ya entrando en el bosque de Kaibab, el paisaje vuelve a dejar atrás las zonas desérticas transformándose en un exuberante bosque de álamos, abedules y sobre todo abetos.

Es, además, una excelente zona de caza donde podré acumular carne de venado para varios días. Es un bosque bellísimo del cual me apenará alejarme pero estoy impaciente por conocer regiones más diferentes a las de casa.

A mediodía, aunque sé que estoy ya cerca del Gran Cañón, la densidad del bosque me impide ver nada de él.

Sólo soy consciente de donde estoy porque en el suelo se empiezan a ver cada vez más las calizas arenosas del Cañón, aunque en vez del color rojo característico, aquí todavía son colores entre tostados y verdes por la afloración de areniscas de las capas Bright Angel y la Formación Sixtymile, con alguna que otra capa de esquisto. Estos pequeños detalles hacen que este lugar sea una auténtica joya geológica.

No me gustaría aburrirte con estos detalles del suelo pero no puedo evitar prestarles atención porque era uno de nuestros intereses iniciales de este viaje.

A partir de aquí es donde Teresa disfrutaría con cada piedra que encontrara, aunque me parece que en ese caso necesitaríamos el doble de tiempo para hacer el viaje.

En este bosque pasé todo ese día y buena parte del siguiente, cazando y preparando víveres para varios días, sin avanzar apenas hacia el cañón.

En las últimas horas de la tarde del día siguiente y con unos de los pocos rayos de sol que he visto desde que empecé este viaje, llego a Grand Canyon Village. Se nota el impulso turístico de esta zona, aunque en esta época del año todavía hay pocos visitantes y podré elegir sin dificultad un hotel cómodo y tranquilo para pasar la noche.


Hay un pequeño motel de madera. Tiene un buen sitio con una zona parcialmente cubierta en la parte de atrás preparada para caballos donde Margaret pasará una buena noche, igual que yo.

Llegada a un motel de Grand Canyon Village a pasar la noche
Personajes 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo

A la atención hay un hombre bastante mayor que al verme entrar se ilumina lentamente con una enorme sonrisa.

—Sea bienvenido señor, pase por favor —dice con una incomprensible emoción, a lo que sigue con un estridente grito:— ¡Netty!, ¡ven, corre!.

A lo que Netty, que luego supe que era su esposa y también bastante mayor, muy bajita y con un mandil puesto, aparece con una asombrosa carrera.

Mira al hombre con extrañeza y este, con una sonrisa de oreja a oreja y casi entre lágrimas de emoción, gira la cabeza y mueve los ojos repetidamente en dirección a mi. Entonces, Netty me mira y como quien ve aparecer a un ser celestial:

—¡Ooooohh! ¡Errol Flynn!. ¡Pase señor Flynn, por favor!. ¿Desea pasar la noche aquí?. Este es un buen sitio. Pase por favor. ¿Tiene hambre?, ¿quiere cenar?. Tenemos muy buena comida. Mi marido y yo somos grandes admiradores suyos y hemos visto todas sus películas. ¿Qué le trae por aquí?, ¿de vacaciones?. ¿Viene solo?. ¡Parece usted más joven en persona!.

Después de descargar tan amable munición a discreción, me apenó renunciar a tantas atenciones por destapar la verdad.

—Discúlpenme, por favor. Me confunden; no soy Errol Flynn —tuve que decirles—. Mi nombre es Ricardo Kaplan y si fuera posible, a mi caballo y a mi nos gustaría pasar aquí la noche.

—Ooooohh señor Flynn… o Kaplan —dijo él guiñándome el ojo con su perenne sonrisa—, aquí somos muy discretos, no se preocupe. Han venido muchas personalidades que no han querido dejar su nombre real. No se preocupe por nada. Le registraremos como usted quiera y nadie se enterará.

—No es que no quiera dar mi nombre, se lo aseguro; es que no soy Errol Flynn. De ahí que le parezca más joven.

—De acuerdo, faltaría más —dijo mientras me miraban los dos con una sonrisa de complicidad—. Firme aquí, por favor, señor Kaplan.

No será porque no lo intenté pero parece que no había manera de quitarles de su error y, a pesar de la verdad, tuve todas las atenciones posibles durante toda mi estancia allí.

Disfruté de su compañía durante la cena e indudablemente, ambos son muy buenas personas y muy profesionales. Estoy seguro de que si no me hubieran confundido con Errol Flynn su servicio habría sido igual de atento.

Han sabido sobreponerse a la muerte en la guerra de su único hijo de una forma admirable.

Me hablaron de la división a la que pertenecía, de su muerte en la toma de Carentan y de todos los detalles de la guerra sin embargo, me vi obligado a no compartir mis experiencias en la guerra con su dolor. Conocían la vida de Errol Flynn al detalle y, confundiéndome con él, habrían interpretado como una enorme falta de consideración decirles que estuve muy cerca de su hijo en Francia.

Phantom Ranch

Al día siguiente me ocurrieron una serie de sucesos muy desagradables que ahora te voy a contar.

Por la mañana temprano me tomo un copioso desayuno para emprender camino con los primeros rayos de sol y me despido de mis amables anfitriones.

El día parece que va a empezar soleado pero se ven venir nubes a lo lejos y el mercurio marca 33°F [pulsa el 2 para ver nota]2.

Es 20 de Abril del 52 cuando por fin me encuentro ya inmerso en el majestuoso y sobrecogedor paisaje del Gran Cañón del río Colorado. Las tempranas luces que se proyectan entre las lejanas nubes del horizonte destacan las primeras piedras calizas del estrato Redwall que veo, y que son las que dan el color rojo tan característico de este paisaje [pulsa en el 3 para ver nota]3.

Es un espectáculo para la vista, además de un gigantesco libro abierto para los aficionados a la geología.

Iniciamos un fuerte y escarpado descenso hasta el río por el que Margaret se comporta de manera magistral, a pesar de no estar acostumbrado a los suelos duros y rocosos.

Al final del descenso, llegamos al puente colgante que cruza el el río siguiendo el sendero Kaibab. 

Aunque no es de un caudal especialmente grande, la espectacularidad del paisaje que este río va horadando poco a poco lo hacen digno de su fama, y sentir su fuerza bajo mis pies mientras cruzamos el puente, me hacen detenerme durante unos minutos para disfrutarlo.

Viaje al Gran Cañón. Capítulo 2 - Cerca de Pahntom Ranch veo por primera vez el río Colorado
Alcanzo el fondo del cañón y veo por fin el río Colorado
(Personajes 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

Cerca del puente, entrando en el cañón Bright Angel que me llevará arriba hasta North Rim, mientras me acerco a las cabañas turísticas de Phantom Ranch, se oyen a lo lejos fuertes gritos entre los que me parece distinguir las voces de un hombre, dos mujeres y al menos dos niños, aunque los ecos del cañón y el murmullo del río me impiden aun distinguir sus palabras.

Aligero el paso para ver si alguien pudiera necesitar ayuda.

Al llegar a las cabañas me encuentro a un hombre de gran tamaño, gritando y amenazando con golpear a la que parece ser su esposa, la cual se está levantando del suelo y tiene un labio ensangrentado, mientras que sus dos hijos, ambos de menos de diez años le agarran y le gritan a modo de protesta, al ver a su madre humillada de tal manera.

Las familias de las otras cabañas están alrededor, a una distancia prudencial, mirando tan vil espectáculo, mientras la única persona que planta cara al hombre es una joven mujer con el uniforme de la compañía Fred Harvey que gestiona estos apartamentos [pulsa el 4 para ver nota al final]4.

Descabalgo y corro a toda prisa hasta allí, momento en que el hombre, al verme, con mirada amenazante y señalándome con el dedo, me advierte de que me meta en mis asuntos.

No podría explicarte exactamente el motivo que desencadenó el inmediato desenlace. Probablemente tenga que ver con las emociones que se acumulan en una guerra, junto con la traumática muerte de mi esposa embarazada.

El caso es que tuve una extraña sensación como si la cara se me endureciera como una roca y la cantidad de sangre de mi cuerpo se multiplicara por dos, mientras me acerco fijando mis ojos en los suyos, con paso firme y apurado, mientras mi hombro y mi brazo derechos comienzan a moverse hacia atrás para coger impulso. Nunca me había pasado nada parecido, esa sensación… No sé si me entenderás porque es difícil de explicar con palabras.

En ese mismo instante, antes de terminar lo que acababa de iniciar, el hombre, de al menos 40 libras de peso más que yo [pulsa el 5 para ver nota]5, retrocedió levantando las palmas de las manos delante de su cara a modo de protección, suplicando e implorando como un niño indefenso.

Desde ese momento solo recuerdo que una colosal cantidad de ira que tenía acumulada en mi interior terminó saliendo por mi boca en forma de improperios y recriminaciones a voz en grito, dirigida tanto hacia él como a las personas que habían visto el espectáculo sin hacer nada, mientras una chica joven y dos niños pequeños habían sido los únicos que le habían plantado cara a tan despreciable ser. Aún hoy no termino de reconocerme en aquélla situación pero comprendo sus causas.

Después de unos segundos en los que me pareció que hasta el río guardó silencio, la chica Harvey se acercó cuidadosamente a mi y de forma muy calmada me invitó a tomar un té en la cabaña de recepción, cosa que en ese momento me pareció lo más indicado.

Vi como se fijaba en el notable temblor de mis manos, en el cual yo no había reparado hasta ese momento; el de la ansiedad después de tanta tensión acumulada.

En la cabaña de administración de Phantom Ranch con la chica Harvey, tras un momento muy tenso y estresante
Tras un momento muy tenso y estresante en Phantom Ranch
(Personajes 3D: Luis Polo / Foto de fondo: IA y Luis Polo)

Le pregunto por el Ranger de la zona y me dice que salió a primera hora a buscar a unos excursionistas que debían haber vuelto ayer a las cabañas.

La joven resulta ser una auténtica y experta aventurera, bien formada en todo lo concerniente al Gran Cañón, motivo por el que tenemos una calmada e interesante conversación sobre las formaciones rocosas de la región.

De una forma admirablemente sutil, encontró un tema que fuera de mi agrado para calmarme.

Después, ya más tranquilo, le digo:

—El motivo por el que pregunto por el Ranger es porque me preocupa el estado del arroyo Kanab y el del río Virgen, porque tengo planeado cruzarlos. El primero por el cañón Lawson y el segundo por St. Thomas. Hacerlo me ahorraría un enorme rodeo por Fredonia.

—Las precipitaciones del invierno no han sido especialmente copiosas —añade ella—, por lo que si encuentra una zona segura, quizá pueda cruzarlos a caballo sin problema, pero sé que en las últimas semanas ha habido algunas nevadas entre el bosque Dixie y el Cañón Bryce, al norte, que vierten buena parte hacia el Kanab. Vaya con cuidado; no son buenos lugares para tener un accidente. De todas formas, el que se mueve habitualmente por el terreno es el Ranger; él le podrá informar con más precisión.

Después de unos minutos de paz e interesante conversación, y habiendo recuperado ya mi pulso normal, decido que necesito un poco de soledad y que lo mejor que puedo hacer es continuar mi camino, para poder masticar lo ocurrido.

Aquél día debía subir por el desfiladero del cañón Bright Angel hasta North Rim, cosa que requeriría toda mi atención. Sin embargo, estaba creciendo mi preocupación con respecto a los caudales del Kanab y del Virgen. Pronto verás que uno de ellos se convirtió en uno de los peores momentos del viaje.

Hay ciertas cosas que no me gusta dejar en manos del azar y tenía que tomar una decisión. No podía dejar a Juan solo con nuestra empresa para las últimas semanas de la primavera; le había prometido que estaría de vuelta para cuando empezara la época de principal demanda de nuestros servicios. Ir hasta el cañón Lawson sólo para ver que no podía cruzar por allí iba a ser algo desolador para mis planes de viaje ya que no podría hacer frente a la gran demora que me causaría tener que dar un rodeo hasta Fredonia.

Continuará


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  1. 26°F son equivalentes a aproximadamente -3°C. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  2. 33°F son equivalentes a aproximadamente 0°C. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  3. El color rojizo del estrato Redwall que da ese aspecto tan característico al Gran Cañón del Colorado, se debe a las filtraciones de óxido de hierro de las capas superiores del cañón y es, en realidad, un color superficial. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  4. Las empleadas de la compañía Fred Harvey, conocidas popularmente como Harvey Girls, era una famosa característica de esta empresa y trabajaban por todo el oeste del país en diversos complejos turísticos y hoteleros. Eran especialmente valoradas por su inteligencia y profesionalidad. Las Harvey Girls que trabajaban en el Gran Cañón estaban perfectamente instruidas acerca del entorno y daban buenos consejos a los visitantes. Sirva esta nota como reconocimiento del autor a la icónica Hilda Velarde Salas, antigua Harvey Girl fallecida en 2023 a los 102 años. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎
  5. 40 libras son equivalentes a algo más de 18 kilos. Pulsa la siguiente flecha para volver a donde estabas. ↩︎

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Este capítulo fue publicado originalmente en Lobo Tactical el 28 de Septiembre de 2019


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